Tras un pequeño parón por descanso, volvemos con las peripecias de los Vengadores de Boccob. En nuestra última sesión descubrieron que Rappan Athuk aún podía albergar tesoros más allá de los objetos mágicos que buscaban con tanto ahínco. Veamos si esa promesa se ha troncado en algo tangible.
Mil años os contemplan
Acabada su conversación con la esfinge, nuestro grupo de aventureros se dirigió al pasillo de la entrada y buscaron la puerta secreta que les habían revelado. No les costó mucho dar con ella. Al menos en eso la esfinge no les había mentido. Pulsaron los ojos enjoyados de una de las calaveras y una sección de la pared se desplazó hacia un lado, liberando un aire denso y rancio. Sin duda aquella sección de la ciudad no había sido visitada en mucho tiempo.
Desde la puerta, unas anchas escaleras se adentraban en la oscuridad. El grupo utilizó su magia para poder guiarse y comenzaron el descenso. Llegaron hasta una amplia estancia con forma de vestíbulo. Unas puertas dobles parecían la única salida. Las puertas estaban custodiadas por dos grandes estatuas y por un gran número de nichos que recorrían las paredes. Desde cada nicho, un esqueleto ataviado con armadura y lanza de bronce parecía seguir sus movimientos con interés. Pensando que las puertas bien podrían contener algún tipo de trampa mágica, Galiard utilizó sus conocimiento y lanzó un detectar magia. Los esqueletos brillaron con magia nigromántica, y una gran sección encima de las puertas dobles también, aunque irradiando magia de la Ilusión en su caso.
Convencidos de que los esqueletos se reanimarían en cuanto tocaran las puertas dobles, el grupo decidió hacerse fuerte en las escaleras mientras Juku golpeaba a uno de los esqueletos. La reacción no se hizo esperar y los esqueletos se animaron para defenderse de la afrenta. Pronto las escaleras se volvieron un cuello de botella en el que no dejaban de caer aquellos guerreros de otra época. Los Vengadores de Boccob ya no eran ese grupo de aventureros inexpertos que tanto habían sufrido en sus primeras incursiones de Rappan Athuk. Aunque no se libraron de recibir varias heridas y de vivir varios momentos en los que su posición pendió de un hilo. Al final se impusieron a todos sus enemigos y los embriago una gran euforia fruto de la adrenalina.
Volvieron al vestíbulo, y aún sospechando de las puertas dobles, se lanzaron a escudriñar las paredes y los nichos ahora vacíos. Su meticulosidad se vio recompensada cuando encontraron una nueva puerta secreta. Galiard y Markus la cruzaron, solo para encontrarse con el espíritu de un caballero que les retaba a escoger un campeón. Juku y Heahmund solo pudieron ver como la puerta se cerraba y los dejaba al otro lado.
Fueron las acciones de Galiard las que desatascaron la situación, pues al atacar al espíritu, se inició algún tipo de combate singular al que Markus podía asistir pero al que no podía afectar de ninguna forma. Por suerte para nuestros aventureros la magia de Galiard no le falló, y consiguió abatir a su contrincante, que desapareció volviendo a dejar expedito el paso a través de la puerta secreta. El grupo se reunió de nuevo y continuó con la exploración del lugar. Unas escaleras estrechas subían desde la pequeña sala del duelo hasta una nueva puerta secreta tras la que se oía el discurrir del agua.
Nuestros aventureros pasaron un rato discutiendo si la abrían o no, y aunque no si muchas dudas, se impuso la idea de comprobar qué les aguardaba al otro lado. Descubrieron así una sección de un río subterráneo. No parecía que aquello les acercase a ninguna sala del tesoro, así que decidieron volver sobre sus pasos y probar suerte con la puerta de hoja doble, que al final resultó que no contenía ninguna trampa.
Así llegaron los Vengadores de Boccob hasta una gran sala alargada. Hacia el fondo, unos tupidos tapetes colgaban del techo ocultando la pared, aunque dejaban entrever una especie de enrejado. A su derecha, una gran losa de piedra con inscripciones en flaenio antiguo y un gran sello intacto. Markus avanzó con cuidado, cerciorándose de que no existiesen trampas. Así llegó hasta los tapices y pudo comprobar que la sala aún continuaba detrás de ellos. Una reja cerrada impedía el paso, guardando una especie de gran trono de madera y unas puertas de salida. Galiard, Markus y Juku pasaron al otro lado quitándose la armadura y buscando un punto débil en la estructura. El trono irradiaba magia de evocación, por lo que el grupo no lo tocó. Las puertas del fondo se abrían a un pequeño pasillo. Markus detectó una losa que parecía algún tipo de mecanismo a la salida de dicho pasillo, y también vislumbró una especie de orificio no muy disimulado en el techo. Convencidos de que aquel pasillo no era sino una trampa mortal, volvieron una vez más sobre sus pasos y cruzaron el enrejado.
De vuelta a la zona de la sala donde estaba la losa con el sello, nuestro grupo de aventureros decidió examinar bien las paredes, encontrando una nueva puerta secreta. Esta se abría a una especie de tumba donde descansaban los restos de un guerrero junto a un cofre. ¡Por fin daban con algo de valor! Tal y como temían, en cuanto perturbaron el cadáver, este se animó y los atacó. No fue rival para nuestro grupo de aventureros. De esta forma se hicieron con un pequeño botín de 300 monedas de oro y cuatro gemas.
Esa recompensa les convenció de que aquello que se guardase tras el gran sello debía ser de gran valor. Juku no se lo pensó dos veces e hizo añicos el sello, permitiendo que la losa se abriera en dos, como una puerta doble. Un aire frío y desagradable los recibió, y una sombra densa ataviada con los restos de unas ropas ajadas por el tiempo emergió de la entrada. En ese momento una voz resonó dentro de la cabeza de nuestros aventureros: ¿quién osa perturbar mi descanso? ...
Ostras, menudo cliffhanger... Mucho han tardado en volver estas aventuras de los Vengadores de Boccob, pero han sido muy bienvenidas.
ResponderEliminarPues muchas gracias por el comentario. A ver si no te defrauda lo que venga a continuación.
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