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martes, 17 de marzo de 2020

Los Vengadores de Boccob 29

Continuamos con las andanzas de nuestro peculiar grupo de aventureros, poco convencional donde los haya, en su exploración de la antigua mansión de Zagyg.

Aguas turbias


Markus y Juku se cercaron a la puerta de doble hoja del norte. Por miedo a que contuviera alguna otra "broma" mágica, ataron una cuerda al pomo de la puerta y tiraron para abrir, pero no funcionó muy bien, por lo que al final Markus abrió de la forma convencional.

La habitación era un antiguo salón comedor, o quizás una sala de baile. En el centro vieron una especie de nido hecho a base de detritus y restos. El cuerpo de un orco mordisqueado y en avanzado estado de putrefacción les llamó rápidamente la atención. Al acercarse vieron el pomo de una espada, y al tratar de sacarla detectaron varias criaturas quintinosas revolviéndose entre los detritus. Tras comprobar que la espada era de manufactura orca sin aparente valor, dejaron la zona sin molestar más a las criaturas.

Se dirigieron entonces hacia el oeste, hacia un estudio con una puerta que parecía dar hacia el jardín, pese a que en su revisión inicial de los exteriores no la detectaron. La abrieron con precaución y efectivamente vieron el jardín. Antes de cruzarla, revisaron el resto de la habitación y encontraron una antigua nota que decía: "Avisar a G. para que empaquete el sello".

Al no ver nada más de interés, todo el grupo menos Galiard abandonó la habitación. Decidido a terminar con el asunto de la puerta, Galiard la cruzó... solo para desaparecer y encontrarse de repente en el círculo de piedras que da nombre a la puerta de los druidas de la ciudad libre de Falcongrís. El resto del grupo, sorprendido por la desaparición del mago, acabo poco a poco por atravesar también la puerta. Otra "broma" de Zagyg después, el grupo volvía a estar en la casilla de salida.


Pero lo peor estaba por venir, y es que cuando los Vengadores de Boccob volvieron a la mansión, se encontraron con que su mula había sido atacada por algún animal salvaje durante la noche. Galiard se lo tomó muy a pechó y por alguna razón pensó que las aguas turbias del estanque ocultaban a la fiera, así que se lió a bastonazos con el agua. El resto del grupo llegó tras él para intentar calmar al mago, solo para ver  con horror como tres enormes sapos emergían del estanque y los atacaban...


   

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