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domingo, 3 de abril de 2022

Leyendas de Arkham 8

En nuestra última sesión, dejamos a dos de nuestros aventureros a punto de descubrir quién estaba robando cadáveres del cementerio de Kingsport. Veamos si fueron capaces de averiguarlo sin dejarse la piel en ello.

La oscuridad que se cierne sobre nosotros

Edward y Heather permanecieron en silencio, con sus cuerpos pegados al techo del mausoleo. Gracias a la luz de la luna vieron sin problemas a tres individuos que, equipados con palas, procedieron a extraer los cuerpos del vigilante y preso muertos en el asalto a la prisión. Enseguida los identificaron como los tres nativos con los que se encontraron a las afueras de Kingsport, cerca de la mansión del doctor White.

A la mañana siguiente, ya reunido todo el grupo, rastrearon el lugar y dieron con el rastro de una pequeña carretilla que se dirigía hacia el norte antes de girar hacia el oeste. Todas las piezas parecían encajar y llevarles hacia la hacienda White. Quizás pudieran preparar algún tipo de celada simulando otro enterramiento. En cualquier caso, probablemente los nativos no aparecerían dos noches seguidas, así que contaban con algo de tiempo para prepararlo bien, y eso les dejaba libertada para ocuparse el otro asunto: el niño de los Scerri.

Nuestros aventureros se entrevistaron una vez más con Pickman y el hermano Miguel. Si los gules no les habían mentido, contaban con una semana de tregua para resolver el asunto de los cuerpos del cementerio. Mientras tanto, les habían revelado que algunos sectarios afines a los otros clanes de gules, frecuentaban un templo bajo tierra al norte del cementerio. Además de la ruta que ya probara el grupo, parecía existir otra entre varias cuevas naturales abiertas en un acantilado cercano, donde terminaba la zona de playas. El grupo no tardó en dar con dicha entrada. Un fino saliente que, a modo de camino, conducía desde el final de la playa hasta una apertura de buen tamaño.

Un aire cálido y seco los recibió nada más entrar. Un detalle peculiar al tratarse de una cueva cerca del mar. El grupo avanzó con cuidado durante una media hora aproximada, hasta plantarse ante un par de puertas de bronce de extraños gravados. Sin duda habían dado con el templo.

Nada más traspasar sus puertas, los aventureros se toparon con varias pilas de ropa cuidadosamente dispuestas en el suelo. La ropa era de varias épocas y algunas, claramente, muy antiguas. Sin tocarlas, siguieron explorando el complejo, localizando al poco una cámara donde varios cuerpos se alineaban perfectamente, cada uno de ellos identificado con una pequeña placa de madera coteniendo un nombre y ocupación. Ni el cuerpo del alguacil desaparecido ni los cuerpos robados la noche anterior estaban entre dichos cadáveres. En cualquier caso, lo mejor era no pensar demasiado en el destino que correrían aquellos cuerpos.

Acompañados de aquellos pensamientos oscuros, llegó nuestro grupo ante un nuevo par de puertas de bronce adornadas con ojos salientes y runas cambiantes. Algo sin duda impío y sobrenatural que puso sus nervios a prueba. Por si aquello fuera poco, una voz de ultratumba entonó unas palabras indescifrables: ¡Y'ai 'ng'ngah, Ghatanothoa h'ee-l'geb f'ai throdog uaaaah!

Suficiente para que nuestros aventureros se decidieran a continuar por otro camino diferente. Lo que de alguna forma fue una suerte, pues poco después encontraban un recinto con varias celdas y al pequeño de los Scerri en una de ellas. No les llevó mucho abrir la puerta comparado con convencer al menor de que eran sus amigos. Heather se encargó de tranquilizarlo y averiguar, de paso, que uno de los sectarios que lo tenían preso se caracterizaba por una horrible cicatriz en su cara. El grupo intercambió miradas al reconocer en la descripción al hermano de David Lodge.

Ya de vuelta en Kingsport, el grupo dejó a Thomas Scerri al cuidado del hermano Miguel, al que revelaron la implicación de los Lodge. Sin duda, era hora de hacerles una nueva visita acompañados por la milicia de la ciudad...


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