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domingo, 27 de enero de 2019

Los Valientes de Volkas (45): Curse of Strahd 07

Tras enfrentarse a un grupo de vampiros en el interior de Vallaki, para nuestros aventureros ha quedado claro que la ciudad esconde mucho más de lo que aparenta, y eso que aún les aguardaban  algunas sorpresas más.

De vuelta al camino


A la mañana siguiente, restablecidos tras una noche de descanso, el grupo al completo se reunió con Rictavio (aka Rudolph van Ritchen). El cazador les reveló creer saber el significado de varios de los mensajes que les trasmitiera Madame Eva. Lamentablemente los aventureros tenían que esperar a la guardia de la ciudad, tal y como les pidió Isek. Por eso les quedó más remedio que citarse a la hora de comer para continuar con la conversación.

No mucho después volvieron a la posada Ireena e Ismark, tras pasar la noche en el templo de San Andras. Conversaron un poco sobre el tema de las reliquias, e Ireena les comentó que el padre Petrov les había sugerido la posibilidad de viajar hasta el templo de Markovia, en Krezk, si los rumores sobre la presencia de vampiros en Vallaki los había asustado. Ismark estaba en contra, pero a Ireena no le gustaba el ambiente que se respiraba en Vallaki. De todas formas no pudieron terminar la conversación, pues Isek apareció con varios guardias y escoltaron a los Valientes de Volkas a entrevistarse con el burgomaestre.


Los Vallakovich se revelaron como un matrimonio bastante extraño y perturbador. Victor, el burgomaestre, pidió a Volkas y Mylon que hablaran durante el festival del sol llameante, y obtuvo su promesa de que así lo harían. Tras la reunión quedaron libres para encontrarse con Rictavio.


Van Ritchen les esperaba en su caravana, adornada como la de un feriante itinerante. El cazador les confirmó que había terminado con los dos vampiros que habían huido la noche anterior, pues solo tuvo que esperar a que volvieran en busca de la tierra que necesitan para descansar. El grupo aprovecho para averiguar todo lo que pudo sobre los puntos débiles de varias de las criaturas de la oscuridad, como los hombres-lobo o los propios vampiros. Van Ritchen también les reveló que su meta final era terminar con el propio Strahd, para lo que llevaba preparándose durante meses, y que la mejor forma de incrementar sus posibilidades de éxito era continuar por separado, ya que de esa forma quizás uno de los dos grupos lograría su meta. Pero lo que de verdad les había llevado allí era conocer lo que el veterano cazador sabía sobre la fortuna que les dijera Madame Eva. Y esto es lo que Rudolph pudo revelarles:


La carta del mago podía referirse al tomo de Strahd. Una especie de diario escrito por el propio conde que Van Ritchen encontró a buen recaudo en una torre abandonada, que se decía había pertenecido a un antiguo hechicero al servicio de Strahd. El cazador había memorizado todo lo que consideró relevante, pero quizás los aventureros pudieran ver algo más que para ellos fuera importante. Para entrar en la torre había que decir el nombre del mago: Khazan.





La carta del monje podía referirse a la abadía de San Markovia. Esta era la segunda vez en el día que los jugadores oían hablar de este lugar. El objeto podía referirse al Símbolo de Ravenkind, que se mencionaba en el tomo de Strahd.






El encantador podía referirse a la Espada Solar, que también se mencionaba en el tomo de Strahd. Lamentablemente Van Ritchen no había podido descifrar a que lugar se refería la enigmática frase pronunciada por Madame Eva.




Las nieblas podían referirse a alguien que Van Ritchen conocía bien: Esmeranda D'Avenir, una vistana antigua alumna del veterano cazador. La referencia a "la abadía" podía ser una vez más la abadía de San Markovia.





La última carta parecía indicar un lugar donde encontrar al conde, en el interior del castillo Ravenloft.







El grupo agradeció al cazador la gran ayuda que les había prestado. No acababan de entender por qué separados tendrían más posibilidades contra Strahd, pero respetaron la decisión de Van Ritchen. Se despidieron del cazador y volvieron a la posada. Un poco después hablaron otra vez con Ireena. Los aventureros había decidido ir hasta la torre del hechicero y la abadía de Markovia, que estaban en la misma dirección. Ireena lo discutió con su hermano y decidieron viajar junto a el grupo. Pero antes tenían que participar en el festival del burgomaestre. Por nada del mundo querían incurrir en la ira de Victor y su lugarteniente Isek.

Si aún albergaban alguna duda con respecto a Vallaki, el festival terminó por disiparlas. Nuestros aventureros cumplieron con su papel y arengaron a los asistentes con palabras de animo y confort. Pero el día amenazaba con tormenta, y cuando el burgomaestre se dirigía a prender fuego a la enorme falla que representaba el sol llameante, una aguacero repentino sofocó su antorcha y caló al burgomaestre hasta los huesos. Los asistentes quedaron mudos y en tensión, hasta que la risa incontenible de un guardia rompió el silencio. La mirada rabiosa de Victor Vallakovich se fijó en el pobre hombre, que momentos después era apresado y atado al caballo del burgomaestre. Victor se encargó a conciencia de humillar y vejar al desdichado guardia. Era lo último que necesitaban los Valientes de Volkas y la propia Ireena para convencerse de abandonar la ciudad lo antes posible...




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