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viernes, 21 de agosto de 2020

Los Vengadores de Boccob 43

Llegamos a la última sesión antes de una pequeña parada veraniega para descansar y recobrar fuerzas. En nuestra última sesión dejamos a nuestros aventureros en una situación no muy halagüeña, exudando un cierto tufillo a TPK (Total Party Kill o muerte de todo el grupo). Veamos si se quedó solo en tufillo.

El momento de los héroes


La puerta sonó atronadora tras ser golpeada pesadamente. El grupo se puso en alerta de inmediato, equipándose a toda velocidad para hacer frente a lo que fuera pero sin emitir ruidos. Una voz cálida pero amenazante los exhortó a abrir y negociar, asumiendo que su situación debía ser desesperada. Elmo se quedó lívido al escuchar aquella voz e informó a sus compañeros de que no podía ser de nadie más que de Lareth, el clérigo que dirigía el lugar.

Los Vengadores no tenían intención de quedarse a comprobar si lo que Elmo les había contado de Lareth era cierto o no, por lo que usaron la puerta mágica abierta en la losa del norte para escabullirse de la sala. No sin antes dejar a los zombis que controlaban cubriendo su retaguardia.

Se movieron rápidamente, como si conocieran el terreno por el que transitaban, pero la verdad es que no era así, de forma que terminaron por llegar a una nueva sala dónde fueron asaltados por un grupo de osgos. Markus y Juku hicieron de tapón mientras el resto del grupo reculaba, solo para oír cómo el grupo de Lareth se abría camino a través de los zombis. La cosa se ponía fea de verdad. Solo quedaba un pequeño corredor que continuaba hacia el norte. El grupo pensó que podría hacerse fuerte allí, asegurándose de que serían atacados por un número reducido de enemigos al verse limitados por las dimensiones del pasillo.

Con Juku en la vanguardia, Markus con su lanza preparado para aprovechar los huecos y los lanzadores de conjuros en la retaguardia, el grupo recibió a los osgos y a los humanos comandados por Lareth. Este último resaltaba sobre el resto, embutido en una reluciente armadura cubierta parcialmente por un sobreveste bermellón rematado con el maldito símbolo del templo del mal elemental.


Como una ola, los asaltantes chocaron contra Juku y su hacha, que aguantó el primer envite sin problemas. Galiard trató entonces de entonar un conjuro para abatir al clérigo rival, solo para descubrir con terror que se hallaban en una zona de silencio. Finan recorrió entonces lo que quedaba del pasillo dónde se encontraban tratando de ver si había alguna ruta de escape. Con consternación comprobó que estaban encerrados. No parecía quedar más opción que abrirse camino luchando.

Juku y Markus mantenían la posición mientras sus enemigos iban poco a poco cayendo. Aunque más y más heridas se iban sumando a las ya recibidas con anterioridad. Fue entonces cuando Lareth pareció perder la paciencia. Dispersando la zona de silencio, apuntó con su dedo al temible guerrero que estaba diezmando a sus tropas y lanzó un terrible rayo que impactó en su pecho casi obligándolo a hincar su rodilla en el suelo. Juku se mantuvo por pura fuerza de voluntad, diligentemente asistido por Markus. Entonces Lareth invocó una terrible maldición y múltiples espíritus rodearon a nuestros aventureros, para empezar a mortificarlos con su toque helado. Pero sin el silencio mágico activo, Galiard podía volver a actuar. Rebuscó en su mente la poca fuerza mágica que aún le quedaba y lanzó un contraconjuro que consiguió dispersar la maldición invocada por Lareth.

Parecía que poco a poco el combate se iba decantando hacia nuestros aventureros. O al menos eso debió pensar Lareth, que empezó a recular. Ya tendría tiempo de vengarse de esos estúpidos aventureros. Pero Juku tenía otros planes. Gritó con todas sus fuerzas las bravatas más humillantes que se le ocurrieron para tentar al clérigo. Y a fe de San Curthbert que tuvieron éxito. Lareth, rojo de rabia, se detuvo un momento e invocó un último conjuro, otro rayo mortal que debía enseñar modales a ese atrevido guerrerucho.

¿Quién podía predecir que ese estúpido osgo se iba a poner por el medio? Con un terrible olor a quemado, el trasgoide cayó a los pies de Juku con un gran orificio humeante en su espalda. Nada quedaba ya entre el guerrero y el clérigo. Con una enloquecida risa atronadora, Juku saltó hacia delante agarrando su hacha mágica con las dos manos. Lareth se preparó para detener el golpe y un rictus de sorpresa se congeló en su cara al recibir el terrible impacto del arma del guerrero. Con un horrible tajo abierto desde su hombro hasta la base de su cinturón, el clérigo se desplomó sin llegar a entender qué había pasado.

En ese punto, el último de los hombres de Lareth que aún se mantenía en pié puso pies en polvorosa, y nuestros aventureros dieron buena cuenta del osgo que quedaba, ya que no disponía de ruta de escape. Los Vengadores de Boccob habían vencido. Los ecos del combate se fueron apagando poco a poco. Finan atendió a los heridos, pues aunque el fragor de la batalla los había mantenido a todos en pie, las heridas sufridas eran cuantiosas e importantes. Solo Pelor sabía cuan cerca habían estado de sucumbir.

Con nuestros aventureros parcialmente restablecidos, el grupo se dedicó a revisar el resto del complejo ahora desierto. Así descubrieron los aposentos de Lareth, dónde el grupo encontró un cofre oculto lleno de monedas. Una justa recompensa a los peligros vividos. Desde allí alcanzaron el corredor ascendente que Elmo les relatara en su momento. Y unos instantes después, todos volvían a disfrutar el aire libre del exterior. El puesto avanzado de los seguidores del templo del mal elemental había caído.

Pero no había tiempo para descansar. Aún estaban heridos y fatigados. Los últimos rayos de sol vieron a nuestros aventureros llegar a Hommlet. La determinación de adentrarse en el templo y hallar la reliquia de Vecna era más fuerte que nunca, pero había dos posibles cursos de acción: buscar a los espías del templo que operaban en Hommlet o partir sin dilación hacía Nulb. ¿Podría servirles el símbolo del fabricante que encontraron grabado en varios enseres almacenados en la barbacana para tirar del hilo y llegar hasta los espías? ¿Mejor partir ya antes de que el soldado superviviente de las fuerzas de Lareth contase lo ocurrido y pusiera a todo el templo en alerta? Los Vengadores de Boccob no parecían poder tomar una decisión...





6 comentarios:

  1. ¿Mataron a Lareth el Bello de un solo golpe? Pues sí que tuvieron suerte...

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    Respuestas
    1. Lareth el gallina le gritamos

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    2. No, claro. Galiard lo ablandó primero con varios proyectiles mágicos cuando Lareth dio por terminado el conjuro de silencio. Por eso decidió de primeras retirarse. Pero Juku jugó bien la carta de humillar a alguien con un gran sentimiento de superioridad. Decidí que Juku se merecía una posibilidad de tener éxito y tiramos un dado ... el resto es historia ;)

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