Nuestros aventureros han comenzado a explorar una nueva zona de la antigua ciudad de Rappan Athuk. Durante la última sesión han descubierto una puerta secreta que podría llevarles cerca de un puesto de guardia gnoll. Veamos cuales han sido sus siguientes movimientos.
El laberinto del minotauro
Convencidos de que esta seguía siendo una ruta mejor que volver hacía atrás para terminar enfrentándose a los seguidores de Tánatos, los Vengadores de Boccob prepararon sus armas y empujaron la puerta secreta de piedra. No les costó mucho moverla y ver el pasillo que se ocultaba detrás. Pronto se dieron cuenta de que no estaban solos, y de que Markus estaba en lo cierto: estaban ante el puesto de guardia gnoll.
Esta vez estaban preparados. Ya no eran el grupo de principiantes de la primera expedición. Nuestros aventureros reaccionaron rápidamente y se hicieron fuertes la otro lado de la puerta secreta. Los gnolls estaban obligados a atacar por parejas mientras que el grupo podía llegar a responder hasta con tres miembros, además de contar con el apoyo mágico de Galiard y las curaciones de Heahmund. El encuentro se decantó del lado de los aventureros, aunque no sin que recibieran alguna que otra herida de importancia.
No había tiempo que perder. El ruido de la pelea podía atraer a otros habitantes de las ruinas. Los Vengadores de Boccob registraron con presteza el puesto de guardia gnoll sin obtener apenas nada de valor y a continuación comenzaron a explorar un largo pasillo. Contenía pintadas con retazos de la historia de los tracios, aunque todas las imágenes de humanos habían sido tachadas con brochazos de pintura o directamente dañadas a golpe de martillo o pico. Sin más incidentes llegaron hasta unas escaleras de bajada.
Así llegaron hasta una gran caverna. Cerca de ellos se podían ver una importante montaña de ruinas. Todo indicaba que eran restos de una sala superior que se había venido abajo, pues se veía una gran grieta en el techo y cierta luz muy tenue que revelaba la existencia de esa cámara. Las ratas que se movían frenéticamente entre las ruinas disuadieron a nuestros aventureros de acercarse a ellas, así que Markus lideró al grupo hacía el interior de la caverna pegándose a una de sus paredes. Estarían sobre la mitad de la misma cuando oyeron una especie de grito gutural y el suelo empezó a retumbar. De las sombras vieron emerger a un temible ser estado que se lanzó a la carrera contra Markus.
Antes de que el grupo pudiera reaccionar Markus volaba por los aires y caía como un muñeco roto a los pies del temible minotauro. EL hacha de la criatura también dispensó sus atenciones a Juku, que recibió una herida grave. El recuerdo de errores pasados cruzó como un rayo por la mente del resto del grupo: había que huir. Echando mano a toda la adrenalina y energía que aún les quedaban, el grupo cargó con Markus y salió corriendo hacia las escaleras. Quiso la providencia que solo les persiguiera la risa del minotauro. Y así llegaron a la cámara de la puerta secreta. Se deshicieron de los cuerpos de los gnolls y el saurio muertos y se parapetaron esperando que la entrada solo fuera conocida por ellos.
Así pasaron la noche, mirando a la puerta secreta y oyendo como los murciélagos de las salas cercanas se entregaban a su frenesí nocturno. La providencia estuvo una vez más de su lado y nadie les molestó mientras se lamían sus heridas. Sin embargo el enfrentamiento contra el minotauro les había dejado secuelas importantes, así que el grupo decidió mantener el campamento todo un día más. Durante el mismo aprovecharon para urdir un plan contra el minotauro pues estaban decididos a no seguir huyendo.
Recuperados de sus heridas, el grupo volvió a la caverna para poner en marcha su plan. Además de por el minotauro, en el encuentro anterior también los habían recibido varias flechas. Esta vez descubrieron la fuente: un par de goblins que disparaban desde una zona algo más elevada. El minotauro tampoco tardó en hacer acto de presencia. Galiard se había quedado algo adelantado con la intención de ir invocando ilusiones que pudieran sacar de sus escondites al enemigo. El plan había funcionado muy bien pero había dejado a Galiard ante el minotauro. Markus y Heahmund se habían quedado en las escaleras, con la intención de atacar desde una posición elevada y Juku luchaba contra un gnoll que había salido de un corredor adyacente a la caverna. Sin duda, de conocerse esta táctica sería estudiada en las mejores universidades de la ciudad libre de Falcongrís. Nunca antes se vio a un grupo de aventureros usando al mago como parapeto para detener a un minotauro. Y aunque Galiard se defendió valientemente, no pudo hacer mucho ante el hacha de doble hoja de su enemigo. Sin embargo había herido de gravedad a su adversario y había ganado suficiente tiempo para que Markus y Heahmund pudieran atacar también desde su posición. El castigo fue enorme y el minotauro caía por fin vencido. Juku también terminó con su contrincante y los goblins aprovecharon para huir. El grupo salía victorioso.
Lamentablemente no había tiempo para descansar. Había que neutralizar a los goblins huidos. En su interior Markus, Galiard y Juku sabían que ya no se trataba de encontrar las reliquias perdidas de Vecna, sino de encontrar los restos de Luel y quizás tranquilizar sus consciencias. El grupo avanzó hacía el final de la caverna, llegando a una zona elevada donde se levantaba un templo antiguo. En el suelo vieron dos trampas que claramente se habían activado recientemente. Galiard pensó que quizás algún aventurero con equipo útil se encontrara en el interior, así que los Vengadores de Boccob invirtieron cierto tiempo en explorar las dos trampas. Como recompensa obtuvieron un anillo de oro del cuerpo de un aventurero ensartado en las estacas del fondo de una de ellas y un poco de información útil, pues reconocieron el cuerpo como el de uno de los integrantes de los Escudos de Radura, el grupo con el que se encontraron en el bosque durante las búsqueda de Talhar. Todo indicaba que los pobres utilizaron la información sobre Rappan Athuk que nuestros aventureros compartieron con ellos.
Tras alegrarse de no ser ellos lo que estaban en el fondo del pozo, nuestros aventureros continuaron explorando el templo, donde se encontraron con las representaciones de Beory y Ehlonna. La primera contenía una inscripción en flaenio antiguo que dicha en voz alta mientras se mantenía el contacto con la estatua desencadenaba un conjuro de curación. De esta forma los aventureros pudieron recuperarse en parte de sus heridas. Sin duda la ayuda de Beory fue providencial, pues un poco después el grupo se enfrentaba a una enorme araña que habitaba en una oquedad cercana a la parte trasera del templo. Vencieron a la criatura sin grandes problemas, pero Heahmund quiso estudiar un gran capullo de seda pensando que podría contener el cuerpo de otro aventurero, solo para descubrir que estaba lleno de las crías de la araña. Por suerte aunque recibió varios picotazos no sucumbió al veneno de los bichos.
No muy lejos de allí descubrieron el cuerpo de otro de los integrantes de los Escudos de Radura. Una clérigo de Pelor abatida por flechas. La aventurera se había resguardado allí gravemente herida pero no había podido sobrevivir a sus heridas. Nuestros aventureros tomaron su cuerpo y lo dejaron sobre la plataforma de Ehlonna en el centro del templo, como muestra de respeto.
Tras un unos instantes de constricción por la desdichada clérigo, el grupo se dirigió al sur, hacía una zona anexa al templo hacía la que se dirigían las pisadas de los goblins huidos. Parecían ser unas estancias de servicio. Se dirigían hacia una puerta entreabierta cuando los sorprendió una lluvia de virotes, una vez más habían caído en una emboscada...
Lamentablemente no había tiempo para descansar. Había que neutralizar a los goblins huidos. En su interior Markus, Galiard y Juku sabían que ya no se trataba de encontrar las reliquias perdidas de Vecna, sino de encontrar los restos de Luel y quizás tranquilizar sus consciencias. El grupo avanzó hacía el final de la caverna, llegando a una zona elevada donde se levantaba un templo antiguo. En el suelo vieron dos trampas que claramente se habían activado recientemente. Galiard pensó que quizás algún aventurero con equipo útil se encontrara en el interior, así que los Vengadores de Boccob invirtieron cierto tiempo en explorar las dos trampas. Como recompensa obtuvieron un anillo de oro del cuerpo de un aventurero ensartado en las estacas del fondo de una de ellas y un poco de información útil, pues reconocieron el cuerpo como el de uno de los integrantes de los Escudos de Radura, el grupo con el que se encontraron en el bosque durante las búsqueda de Talhar. Todo indicaba que los pobres utilizaron la información sobre Rappan Athuk que nuestros aventureros compartieron con ellos.
Tras alegrarse de no ser ellos lo que estaban en el fondo del pozo, nuestros aventureros continuaron explorando el templo, donde se encontraron con las representaciones de Beory y Ehlonna. La primera contenía una inscripción en flaenio antiguo que dicha en voz alta mientras se mantenía el contacto con la estatua desencadenaba un conjuro de curación. De esta forma los aventureros pudieron recuperarse en parte de sus heridas. Sin duda la ayuda de Beory fue providencial, pues un poco después el grupo se enfrentaba a una enorme araña que habitaba en una oquedad cercana a la parte trasera del templo. Vencieron a la criatura sin grandes problemas, pero Heahmund quiso estudiar un gran capullo de seda pensando que podría contener el cuerpo de otro aventurero, solo para descubrir que estaba lleno de las crías de la araña. Por suerte aunque recibió varios picotazos no sucumbió al veneno de los bichos.
No muy lejos de allí descubrieron el cuerpo de otro de los integrantes de los Escudos de Radura. Una clérigo de Pelor abatida por flechas. La aventurera se había resguardado allí gravemente herida pero no había podido sobrevivir a sus heridas. Nuestros aventureros tomaron su cuerpo y lo dejaron sobre la plataforma de Ehlonna en el centro del templo, como muestra de respeto.
Tras un unos instantes de constricción por la desdichada clérigo, el grupo se dirigió al sur, hacía una zona anexa al templo hacía la que se dirigían las pisadas de los goblins huidos. Parecían ser unas estancias de servicio. Se dirigían hacia una puerta entreabierta cuando los sorprendió una lluvia de virotes, una vez más habían caído en una emboscada...
¡Qué manera de sufrir, copón!
ResponderEliminarY esta noche más ;)
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