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domingo, 21 de febrero de 2021

Los Valientes de Volkas 64

Nuestros aventureros continúan discurriendo por las peligrosas calles de Erelhei-Cinlu, la temible ciudad Drow. Tras encontrar una especie de refugio en la posada del Hongo Coronado y una especie de patrón, toca seguir con las pesquisas para dar con Eclavdra.

Las fauces del infierno

Con una nueva razón para visitar a Plemberg el marchante, los Valientes de Volkas volvieron a requerir los servicios de Slug, aunque Volkas iba poco a poco familiarizándose con aquellas endemoniadas calles. El marchante no tuvo ningún problema en recibirles y confirmar que efectivamente estaba en posesión del pergamino, si bien sus planes pasaban por subastarlo al día siguiente en una posada cercana. Por tanto Plemberg los invitó a asistir a dicha subasta y a pujar por el pergamino si de verdad querían hacerse con él.

Visto que no parecía haber otra opción, nuestros aventureros visitaron la posada de la subasta para comprobar cuantas salidas tenía, posibles rutas de escape y en general reconocer el terreno. Ya de vuelta en su propia posada, se permitieron relajarse un poco mientras cenaban. Mantuvieron los oídos bien abiertos, y así pudieron averiguar que el grupo de humanos con los que compartían hospedaje  estaban allí buscando a alguien y pensaban abandonar la ciudad si no lo encontraban en los próximos dos días.

A la mañana siguiente acudieron a su cita con algo de tiempo, otra vez con la intención de escudriñar el lugar y evitar cualquier encerrona que pudieran estar preparándoles. En el interior se toparon con un par más de grupos interesados en la mercancía: un elfo drow acompañado de algunos sirvientes y una humana clérigo también acompañada por un pequeño séquito.

El elfo drow quedó apeado de la subasta pronto, dejando el asunto en manos de nuestros aventureros y de la extraña clérigo. El precio subió rápidamente para regocijo de Plemberg, llegando a superar las 2.000 monedas de oro. Al final, y para consternación de la clérigo, fueron los Valientes de Volkas los que se hicieron con el botín. La humana se acercó entonces al grupo y se presentó como Jirmelle. Trató de iniciar una conversación pero Volkas no quería revelar ningún dato por error, y viendo que en aquella ciudad la amabilidad no tenía lugar, despachó a la clérigo con aspereza.

Conscientes de que ahora podían ser el blanco de un nuevo enemigo, nuestros aventureros volvieron a la posada más atentos que nunca ante cualquier mirada indiscreta. Solo cuando estuvieron todos en el interior de una de sus habitaciones, procedieron a estudiar el pergamino. Lamentablemente estaba escrito en alguna especie de flaenio antiguo, que hasta ahora los sabios siempre habían defendido que carecía de escritura. Volkas procedió a copiarlo lo más fielmente posible con la idea de visitar a su patrón, entregarle el original y comprobar si él era capaz leer el contenido. El grupo se movió con presteza, pues desde el encuentro con Jirmelle, un sexto sentido les advertía de que tarde o temprano iban a encontrarse con problemas. Y tocaba temprano.

Iban ya de camino a casa del ilícido cuando la calle quedó desierta. No hacía falta más para que los Valientes de Volkas se pusieran en guardia. Cuatro horribles criaturas aparecieron entonces cerrándoles el paso tanto por delante como por detrás. Eran claramente demonios amorfos y cambiantes, que mostraban su horrible condición con mutaciones espontáneas que aparecían y desaparecían ante los ojos de nuestros aventureros.

Por suerte para el grupo Mylon contaba con su terrible conjuro de Destierro, que mandó pronto a una criatura con torso de mujer y cola de serpiente de vuelta a su plano. Sin embargo la jugada no les salió del todo bien al equivocar el blanco. Un enorme demonio con cabeza de jabalí demostró ser muchísimo más peligroso. Volkas invocó entonces una cúpula mágica que lo dejó fuera. La estrategia demostró ser todo un acierto. El grupo pudo encargarse de los otros dos demonios que habían quedado encerrados con ellos mientras guardaban el poder mágico de Mylon para un último Destierro. Pelor se mantuvo al lado de nuestros aventureros y la criatura se desvaneció, camino de su plano demoniaco entre gritos de frustración y rabia. Poco después la vida volvía a las calles cercanas como si nada hubiera pasado.

Sin más sorpresas llegaron hasta el estudio de Oolachrithon quien procedió a pagar las 2.000 monedas de oro acordadas. Además averiguaron que estaba al tanto de quien era Jirmelle, nada más y nada menos que una clérigo del príncipe demonio Graz'zt. Por lo visto había llegado a la ciudad para entrevistarse con Eclavdra, a quien probablemente deseaba entregarle el pergamino como presente. No solo eso, por lo visto había viajado hasta allí con otro regalo, una tablilla suelia con información sobre la prisión del Dios Elemental Ancestral...

Los Valientes de Volkas conversan con Oolachrithon


 


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