domingo, 7 de febrero de 2021

Los Valientes de Volkas 63

Los Valientes de Volkas se aproximan poco a poco hacía su objetivo. Tras días viajando por la infraoscuridad y tras obtener información muy útil en la gran bóveda de los drow, llega el momento de introducirse en las calles de la decadente ciudad de Erelhei-Cinlu.

No es ciudad para extranjeros

El grupo se aproximó con cautela hacia la gran puerta de la muralla. Obviamente el emplazamiento estaba bien vigilado por soldados drow, pero estos no parecían prestar demasiada atención a los viajeros, siempre que estos vistieran la omnipresente capa negra.

Una oleada de esclavos los recibió nada más atravesar las puertas. Orcos, goblins, semi-drow y muchas otras especies anunciaban a gritos locales comerciales, posadas y otros lugares mucho más oscuros e inquietantes. De todos ellos el grupo se quedó con el nombre de la posada del Hongo Coronado, en el gueto de los extranjeros, y con la tienda de Plemberg el marchante. El grupo había decidido hacerse pasar por mercenarios a la búsqueda de trabajo y de objetos mágicos que comprar. Los dos emplazamientos les servirían bien para apoyar la coartada.

Plemberg el marchante

En compañía del goblin Slug, vocero del Hongo Coronado, se internaron por una suerte de calles de geometría imposible, mientras enormes arañas paseaban sobre sus cabezas, tejiendo densas telarañas entre los capiteles de la ciudad. Resultaba casi imposible orientarse en aquel maldito lugar. Además de que los múltiples signos de violencia que vieron durante su camino les persuadieron de intentar explorar el lugar por su cuenta.

El Hongo Coronado estaba a cargo de Meloria "la capitana". Y no era ni mucho menos la peor posada de la que habían disfrutado nuestros aventureros. Otra cosa era el resto de huéspedes, con los que estaba claro que sería mejor interactuar lo mínimo posible. Pero como necesitaban algo de información, trataron de interrogar sutilmente a Janie, una semi-drow que trabajaba en el establecimiento sirviendo las mesas. Delar incluso se lanzó a probar el famoso "Beso de Lolth". Un vino fuerte conocido por contener una pequeña araña venenosa que al comerse, podía atraer la bendición de la diosa-demonio... o su maldición. En el caso de Delar parece que fue lo primero.

Para llegar hasta la tienda de Plemberg, lo mejor parecía ser utilizar otra vez los servicios de Slug. El goblin demostró ser un conversador más vivaz que la moza de la posada, sobretodo si se le soltaba la lengua a base de buen oro.  Así nuestros aventureros averiguaron que Erelhei-Cinlu se vertebraba a base de guetos: el de los forasteros, el de los muertos, el de los marchantes, el de los sabios, el de los artistas, etc. A cuál menos recomendable. La ciudad parecía ser un pozo donde moraban las clases más bajas de la sociedad drow, y donde se dirimían los pulsos por el poder entre las casas nobles o los clanes comerciales, ocultos por las múltiples sombras de sus calles bañadas de sangre.

Plemberg resultó ser un enano duérgar. Otra criatura de la infraoscuridad que los habitantes de la superficie solo conocían por leyendas y canciones antiguas. No parecía que el marchante dispusiera de una gran muestra de mercancía, más bien al contrario. Por lo visto resultó ser un comerciante de objetos peculiares y especiales. Jactándose de comprar sin hacer preguntas y de vender solo lo más exquisito.

Sin lograr nada tangible de su visita al marchante, el grupo continuó sondeando a su guía mientras volvían a la posada. Para continuar con su coartada, Mylon deslizó que podían estar interesados en encontrar algún trabajo en la ciudad y que el goblin podía llevarse alguna moneda más si les ayudaba a encontrar algo.

Dicho y hecho, a última hora de la tarde, un tambaleante humano de mirada perdida hacía presencia en la posada buscando al grupo. Su señor, un tal Oolachrithon, estaba interesado en entrevistarse con ellos, ya fuera en la propia posada o en su estudio. Deseando evitar las miradas indiscretas del resto de huéspedes de la posada, el grupo se dejó guiar hasta el gueto de los sabios. Allí les recibió una de aquellas criaturas humanoides de cabeza tentaculada. Aprenderían durante la conversación que se hacían llamar ilícidos. El sabio en cuestión buscaba un grupo de aventureros recién llegados para acometer dos misiones distintas. Por un lado explicó que las casa nobles se habían dividido en dos facciones por culpa de Eclavdra, la matriarca del clan Eilserv, que había dado la espalda a Lolth para comenzar a adorar a Dios Elemental Ancestral. Oolachrithon estaba muy interesado por conocer los ritos de adoración a este nuevo dios, pues se conocía muy poco, y estaba dispuesto a pagar bien a cambio de un detallado informe que bien pudiera elaborar un grupo de espías eficiente.

Por otro lado, sabía que Plemberg se había hecho con un pergamino que recogía el mito creacional del Dios Elemental Ancestral. Un pergamino que debería haber recibido el sabio, pero que obviamente se había "extraviado" por el camino. Oolachrithon  estaba dispuesto a pagar 2000 monedas de oro por el pergamino, se consiguiese como se consiguiese. Por alguna razón que no desveló, no podía o no quería tratar de comprárselo directamente al marchante.

Para los Valientes de Volkas las dos misiones resultaban muy atractivas, ya que probablemente arrojaran por sí mismas nuevas pistas para lograr sus propios objetivos. Y ya que además les proporcionaba una buena excusa para permanecer en la ciudad, decidieron aceptar los encargos...



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