Los Herederos de Uztum han llegado a Orlán a petición del duque Valarión. Y no han tardado mucho en comprobar que algo huele a podrido. ¿Habrán sabido lidiar con la insidiosa sombra que se cierne sobre la villa?
Una madriguera de conejo
Nuestros aventureros tenían varias pistas que podían seguir. Tras meditarlo unos instantes, decidieron tratar de entrevistarse con Ramne el eremita. Por suerte su choza se emplazaba muy cerca de la posada de la Serpiente Perezosa, así que aprovechando que ya estaba anocheciendo, se presentaron en el local como quien no quiere la cosa.
El ambiente desde luego era diferente al del Grano Dorado. Mucho más acogedor. Pero nuestros aventureros no habían hecho un largo camino solo para tomarse unas cervezas y hablar del tiempo con los lugareños. En cuanto terminó de caer la noche, y con el pretexto de volver a sus supuestas habitaciones en la otra posada, abandonaron el local y se internaron en la pinada cercana.
No les costó mucho encontrar la cabaña de Ramne. El eremita parecía vivir solo acompañado por su fiel mascota Wiskas, una comadreja de olfato muy fino. El grupo superó las suspicacias del anciano al entregarle una nota escrita por los elfos amigos de Zakarias y por la propia presencia de un elfo entre sus filas. Ramne procedió entonces a corroborar y ampliar la información que nuestros aventureros habían obtenido hasta ese momento:
- Lo que fuera que estaba sucediendo empezó hacía un año.
- Ramne estaba convencido de que se estaba usando algún tipo de control mental o sugestión con los habitantes del pueblo.
- La posada de la Taza Humeante fue uno de los primeros sitios "atacados" y las cosas no debieron salir muy bien.
- Los clérigos de Mikka debieron de ser de los primeros convertidos.
- Es posible que la banda o secta que estuviese actuando en el pueblo raptase a habitantes de la villa, y tras llevarlos primero al templo, luego los llevase hasta alguna otra localización para llevar a cabo el acondicionamiento.
- Si el grupo podía conseguir un rastro oloroso importante, Wiskas podría ser capaz de encontrar esa otra base de operaciones.
- El herrero, el alguacil, y la gente entorno a la posada del Grano Dorado casi seguro que estaban bajo el influjo de los controladores.
No queriendo perder tiempo, nuestros aventureros se marcharon a explorar las ruinas de la Taza Humeante esa misma noche. De camino, Einar acertó a ver un grupo de personas que salían del templo y se dirigía hacia las calles de Orlán. Incluso llegó a vislumbrar que dos de las tres figuras caminaban de forma encorvada y extraña. Otro misterio que sumar a los que ya tenían en su lista.
Sin más contratiempos llegaron hasta su objetivo. No les costó encontrar una forma de entrar al interior a través de un par de tablones sueltos. Los estragos de un gran incendio se hicieron evidentes, y si bien las paredes exteriores y el armazón principal se mantenían en pie, toda la segunda planta y el techo se habían desplomado. Una rápida exploración reveló unas escaleras de piedra que descendían hacia el sótano.
Barfin se ofreció a encabezar la marcha y comenzó el descenso. Una maza se estrelló contra su cabeza y lo dejó moribundo justo cuando llegaba al subsuelo. Una bocanada de un terrible olor agrio salió al encuentro del resto del grupo. Los causantes de aquello no se hicieron esperar, y cuatro hombres-saurio cargaron escaleras arriba. Nuestros aventureros reaccionaron con rapidez, la vida de Barfin dependía de ello. Las toscas armas de los saurios se midieron contra el acero de los Herederos de Uztum, y aunque durante unos instantes el resultado se antojó incierto, la mejor disposición del grupo, situado en una posición elevada, terminó por decantar el combate a su favor. Con los ecos de la lucha aún apagándose, y con Barfin ya de vuelta de las garras de la muerte, Albarad reconoció a las criaturas como "trogloditas", una especie de hombres-saurio que solían habitar en pantanos y cuevas húmedas. Quizás alguna de estas criaturas correspondía a las que Einar había visto abandonando el templo.
La exploración del sótano propició que el grupo encontrara algunas monedas de oro y un cofre lleno de ropa ¿Podría tratarse de las pertenencias de los habitantes raptados? Si era así, quizás quedasen en ellas una impronta suficiente para que la comadreja de Ramne pudiera seguir el rastro. Por si acaso se llevaron también algo de la ropa de los hombre-saurio. Ya de vuelta en la cabaña de Ramne, el grupo se rindió a su propio cansancio y se permitió relajarse por primera vez desde su llegada. Aquél había sido sin duda un día muy largo.
A la mañana siguiente Wiskas encontró con facilidad un rastro a partir de la ropa de los hombres-saurio. Dicho rastro conducía claramente hacia el norte, hacia los pantanos y el territorio de los trasgos. Los Herederos de Uztum estaban más que contentos de abandonar Orlán. Mejor una buena pelea de cara que enfrentarse a un grupo de aldeanos taimados y manipuladores. Un día y medio después, nuestros aventureros llegaban hasta una gran boca de lobo que se abría hacia las profundidades de la tierra, en todo el centro del pantano. Sin duda era una construcción artificial, como ponía de manifiesto la presencia de unas escaleras toscas que facilitaban el descenso.
Una vez más Barfin abrió la marcha, solo para resbalar en aquellos traicioneros escalones. Cayó hecho un ovillo hasta el fondo, donde unos guardias armados con lanzas estaban esperándolo. De nuevo nuestro elfo resultaba gravemente herido, aunque esta vez pudo revolverse contra sus atacantes y devolver los golpes. Incluso fue capaz de escapar escaleras arriba, hasta encontrarse con el resto del grupo, quienes recordaron bien las lecciones del combate contra los saurios y mantuvieron su posición en el exterior. Solo les quedaba esperar a que fueran sus enemigos los que envalentonados por su éxito contra Barfin, cargaran. La táctica funcionó de nuevo a la perfección y tras un rápido intercambio de golpes, los guardias yacían en el suelo totalmente derrotados.
¿Habría alertado el ruido del combate a otros moradores del lugar? Pronto lo averiguarían...
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