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viernes, 26 de marzo de 2021

Aventureros de la Marca 16

En nuestra última sesión dejamos a los Herederos de Uztum a punto de meterse en serios problemas ¡y tan serios!

La caída de Tulin

Los trozos de la puerta marcada por el aspa roja alfombraban el suelo ante nuestros aventureros. La tonadilla sonaba cada vez más dulce y más fuerte. Antes de que pudieran reaccionar, una horrible arpía descendió hasta ellos amparada por las sombras del techo.


Barfin era inmune a su hechizo pero observó con estupor como Gladio y Albarad caían presas del canto de la criatura. Con la ayuda de sus dos nuevos aliados cargó contra Tulin y Einar. Barfin decidió interpretar el papel de hechizado, esperando que la arpía no supiera que los elfos eran inmunes y así poder acercarse a ella. Pero antes de que pudiera llevar a cabo su plan, la arpía hundió las garras en el pecho de Tulin, que pese a defenderse con bravura, no pudo evitar caer ante aquel ataque más el envite de la maza de Gladio.

Einar no se dio cuenta de que Barfin estaba interpretando, y pensando que todos le atacarían a continuación, salió de la habitación tratando de atraer a alguno de sus compañeros hasta el cercano lago de aguas cristalinas. Tal vez si podía empujarles a las frías aguas se rompiera el hechizo. Albarad picó y dio con sus huesos en el lago. Lamentablemente eso no bastó para romper el encantamiento, y lo que es peor, mientras trataba de salir del agua casi se ve devorado por un enorme cocodrilo. Einar perdía así toda oportunidad de recuperar a su amigo. La única opción era terminar con aquella monstruosidad alada.

Mientras tanto la arpía había cogido el cuerpo de Tulin y comenzaba a despegar. Barfin no podía esperar más. Gladio aún era un peligro pero la vida del enano pendía de un fino hilo. Barfin agarró su lanza y usó todas sus fuerzas para proyectarla hacía la criatura... y falló.

La arpía y Tulin se perdieron entre las sombras justo cuando Einar hacía de nuevo acto de presencia. No se lo pensó dos veces y se lanzó hacia la pared escalándola con facilidad. Mientras tanto Barfin mantuvo a distancia tanto a Albarad como a Gladio.

La arpía, sintiéndose segura en su cubil, no vio venir el hacha del bárbaro. Con su muerte se rompió el hechizo que atenazaba tanto a Gladio como a Albarad. Todo había terminado, aunque era demasiado tarde para Tulin. El bravo enano había partido hacía los salones de sus ancestros y estaba más allá de los poderes de curación del clérigo. El grupo encontró varias gemas en la guarida de la arpía, una flaca recompensa considerando el alto coste pagado. Con gran consternación bajaron el cuerpo de su amigo a la sala y lo cubrieron con su manta. Escalaron de nuevo la pared y se hicieron fuertes en el nido de la arpía. Necesitaban algo de descanso antes de llorar a su compañero y darle la sepultura que se merecía.

Sin embargo, y tras un sueño poco reparador, nuestros aventureros descubrieron con horror que el cuerpo había desaparecido y un fuerte olor nauseabundo pero familiar flotaba en el ambiente...


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