jueves, 3 de marzo de 2016

Diario de Campaña: Sesión 5

Personajes y trasfondo inicial aquí


Continuación de "El Viñedo de Burbar Dreen" (aquí la sesión anterior)


Habíamos dejado a nuestros aventureros en la hacienda de Burbar, después de su encuentro nocturno con unos goblins procedentes del cercano bosque y de unas figuras invisibles que solo Jidra pudo ver gracias a su conjuro de detectar magia.

Los aventureros pensaron que tal vez la piedra era de los seres invisibles, y que de alguna forma los goblins se la habían robado para poder forzarlos a llegar a algún trato. A fin de cuentas todo el mundo sabe que las criaturas faéricas siempre cumplen los acuerdos a los que llegan.

Así que después de asimilar todo lo que había acontecido decidieron retirarse a descansar para intentar seguir las huellas de los goblins a primera hora de la mañana. Turak se ofreció a permanecer de guardia el resto de la noche a cambio de quedarse descansando por la mañana (el jugador de Turak no pudo asistir).

De esta forma Jidra y Volkas se internaron en el bosque después de desayunar. El día había amanecido bastante nuboso y de hecho no tardó en caer una suave nevada. Al principio, no vieron clara la ruta seguida por los goblins en un bosque que se volvía muy tupido en cuanto te alejabas del linde. Pese a este pequeño contratiempo, los aventureros estimaron que los goblins seguramente se habrían dirigido hacia el este, y al poco empezaron a ver ramas rotas y otros indicios que les indicaron que habían acertado.

El movimiento fue lento, virando poco a poco hacia el norte, hacia las estribaciones más cercanas de las colinas de los túmulos. Tras unas horas desde su salida, los dos aventureros escucharon voces en la lejanía que hablaban en un idioma que no reconocieron. Pensando que podrían ser los globlins, se separaron para avanzar con mucho cuidado.

Camino seguido por los aventureros
Al poco de separarse, Volkas escuchó una voz al pasar agazapado por debajo de un árbol. "¿Hacia donde reptas pequeño gusanito?" - le preguntó con sorna un enano oculto entre las ramas más bajas mientras le apuntaba con una ballesta. Jidra no tardó mucho en aparecer en compañía de otro guardián.

Los guardias conducieron a nuestros aventureros hasta un campamento enano bajo las ordenes de Corak Cienfilos (unos 50 enanos). Jidra y Volkas le pusieron al corriente de la presencia de los goblins y le preguntaron si quizás se había topado con ellos. También le contaron que procedían de una hacienda cercana. Coral no pareció fiarse del todo y mandó a uno de sus exploradores a verificar su historia. Una vez todo quedó aclarado, Corak les contó que eran una partida de la ciudad enana de Lacongrís de vuelta tras hacer una visita al asentamiento gnomo al norte de Falcongrís. No se habían topado con los goblins, y marchaban prácticamente sin descanso pues aun estaban lejos de su destino (a más de 100 km). Tras despedirse, nuestros aventureros decidieron volver pues temían que la noche pudiese pillarles en el bosque.

Ya en la hacienda, en compañía de Turak, discutieron que hacer de cara a la noche y a la previsible visita de los seres invisibles y de los goblins. Con paciencia, heno del establo y algunos frascos de aceite prepararon una zanja que se pudiera prender. La idea era ahuyentar a los goblins cuando éstos tratasen de atravesar la brecha en la cerca de la hacienda. Además pusieron varias antorchas y se distribuyeron en posiciones alejadas para aparentar ser un grupo más numeroso.

Un poco más tarde comenzó de nuevo la secuencia de eventos de la noche anterior. Primero vieron una piedra circular que avanzaba levitando hacia la a hacienda desde el bosque. Jidra y Volkas utilizaron sus conjuros de detectar magia para ver como cuatro pequeñas figuras caminaban acompañando la piedra. Atravesaron la cerca de piedra por la parte derruida y un poco después la piedra cayó pesadamente sobre la nieve. Los goblins no tardaron en aparecer aunque esta vez, justo antes de que atravesaran la cerca, Volkas prendió su muro de fuego improvisado. Levantaron entoces también las antorchas e hicieron algo de ruido. El efecto fue inmediato, algunos goblins dispararon torpemente hacia el murete y se retiraron prácticamente en desbandada.

Después de comprobar que los goblins no parecía que fuesen a volver, nuestros aventureros se giraron hacia las cuatro formas que se habían quedado cerca de la piedra y las instaron ha volverse visibles para poder negociar un trato. Parece que las criaturas no pudieron resistirse a la propuesta. Cuatro criaturas de apenas 1 metro de altura, de una piel verde pálida y con cuernos se hicieron visibles en ese momento. Gracias a su visita previa a la biblioteca de Falcongrís los reconocieron como trasnos (mi versión de los Leprechaun).


Comenzó entonces una conversación en la que los aventureros averiguaron que los trasnos estaban enfadados con los goblins desde que estos ocuparan sus cuevas recientemente. Como castigo, todas las noches robaban la piedra sagrada del clan goblin y la transportaban hasta la hacienda. Nuestros aventureros ofrecieron ayuda a los trasnos, pero estos dijeron que ya no sería necesario. Ahora que los goblins habían huido sin su piedra, lo más probable es que atacaran la hacienda la noche siguiente y luego muy probablemente abandonarían las cuevas, pues aunque no eran muy listos, tampoco eran estúpidos y sabían que su ataque ocasionaría algún tipo de represalia por parte de los humanos. Eso al menos es lo que dijeron los trasnos. Los aventureros preguntaron entonces si les interesaría alguna otra cosa y los trasnos pidieron oro. Poco se podía avanzar por esa via, y tras unas pocas frases más, los trasnos desaparecieron por completo.

El fuego comenzaba ya a extinguirse cuando los aventureros se retiraron para poder discutir sus siguientes pasos.


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