domingo, 16 de diciembre de 2018

Los Valientes de Volkas (40): Curse of Strahd 02

En nuestra última sesión dejamos a nuestros jugadores de camino a la mansión Indirovich tras haber decidido ayudar a Ismark en su viaje a Vallaki junto a su hermana Ireena.

Una tierra sin esperanza


La misión del burgomaestre se encontraba al final de una de las calles principales. Resaltaba sobre el resto de las casas circundantes por su pequeño jardín y por sus dimensiones, aunque el grupo se dio cuenta de que su estado no era el mejor: el jardín hacía tiempo que no se cuidaba y la fachada de la vivienda mostraba varios signos de cortes y grietas en su madera, como si una jauría de animales hubiera tratado de entrar en su interior. Las ventanas estaban aseguradas y la puerta principal también parecía bloqueada.

Tras unas palabras de Ismark, Ireena franqueo el paso al grupo, y así los Valientes de Volkas conocieron a la mujer de la que el conde parecía estar encaprichado. Vestía una armadura ornamental profusamente grabada, seguramente más pensada para la exposición que para su uso efectivo, y blandía una espada adornada con el blasón familiar. Aunque se tapaba en cuello con un pañuelo rojo, no pasaron desapercibidos para Delar y Volkas los signos de dos mordeduras en su cuello.


El grupo discutió entonces el plan de Ismark de viajar hasta Vallaki, una villa mas grande que Barovia y que contaba con una empalizada y un cuerpo de guardia. Pero Ireena se negó a marcharse sin dar sepultura primero a su padre. Y es que el burgomaestre había fallecido tres días antes al no poder soportar más el acoso al que todas las noches era sometida su vivienda, probablemente la pena le pudo al saberse incapaz de salvar a su hija del terrible conde. Mylon se mostró conforme y preguntó por el lugar adecuado para la ceremonia. Volkas, mientras tanto, inspeccionó el cadáver para asegurarse de que todo encajaba con la historia que les habían acabado de contar. Así el grupo averiguó que la villa contaba con un pequeño templo dedicado a Lathander, el señor de la mañana. El padre Donavich estaba a cargo del lugar. El día estaba llegando a su fin, y pasar la noche en un lugar santo parecía mejor que quedarse en aquella mansión, así que los Valientes de Volkas aceptaron ayudar a transportar el féretro.

La comitiva llegó sin problemas al templo. Como el resto de edificios de Barovia, mostraba signos de haber vivido mejores tiempos. Al entrar en el lugar, el grupo oyó un grito amortiguado - padreeee me muero de hambreee. ¡Padreeee!-. Con cautela avanzaron hasta la zona central del templo. Allí encontraron al padre Donavich orando de rodillas. Sin duda llevaba mucho tiempo haciéndolo, pues mostraba los ojos enrojecidos y cansados, y actuaba con una cierta desorientación. Donavich se alegró enormemente de encontrarse con Mylon, otro clérigo adorador del dios de la mañana (Pelor es también un dios solar). 


Mylon interrogó al sacerdote aprovechándose de la situación. Así pudo averiguar que hacía un año de la visita de un mago muy poderoso también extranjero como ellos -- algo que despertó la curiosidad de Volkas -- y que tras varias inflamas logró que muchos jóvenes de la villa lo acompañaran al castillo Ravenloft para enfrentarse al conde. El hijo de Donavich, Doru, fue uno de esos jóvenes. El asalto no debió ir muy bien, pues el conde aún gobernaba en la región y Doru volvió convertido en una criatura de la noche. Donavich llevaba desde entonces orando a Lathander para que salvara a su hijo sin éxito. Volkas, Delar y Mylon le hicieron ver que Doru ya se había ido y que solo había un camino para dar descanso a su alma. Además Mylon le reprochó que había descuidado a su congregación y que era hora de retomar las riendas de la misma como mejor forma de oponerse a Strahd. Donavich terminó por aceptarlo e indicó al grupo como podían bajar hasta el subsuelo, donde se encontraba Doru encerrado.

Mylon descendió el primero tras invocar la luz solar de Pelor en su maza. Delar lo siguió de cerca empuñando la espada mágica que recuperaran de los salones de Zelligar y Rogahn, y Volkas se quedó en las escaleras preparado para apoyar al grupo con sus conjuros. El vampiro neonato nunca tuvo una oportunidad. Doru se lanzó hacia ellos sediento de sangre pero pronto gritó de dolor al liberar Mylon su maza de luz brillante. La espada de Delar también hirió al vampiro, que llegó a agarrarlo y apunto estuvo de hundir los colmillos en su cuello. Pero al final Doru llegó a su fin consumido en una gran explosión de luz tras recibir un rayo mágico invocado por Volkas. La maldición de Donavich había llegado a su fin.

Tras reconfortar en lo posible al pobre párroco, el grupo al completo se dirigió al camposanto a oficiar las exequias por el burgomaestre. Mylon participó de las mismas asistiendo al padre Donavich.  Al terminar vieron como varios espíritus luminosos surgían de sus tumbas y se dirigían hacia el castillo. Donavich les contó que eran inofensivas, las almas de aventureros extranjeros que murieron asaltando el castillo, y que ahora estaban condenadas a repetir su asalto noche tras noche.

De vuelta al interior del templo, los Valientes de Volkas se prepararon para resistir durante la noche. Como una profecía autocumplida, no mucho después un gran número de lobos se congregaron en el exterior. Allí se quedaron durante toda la noche, como esperando a algo o a alguien. Con las primeras luces del alba - si es que la luz lechosa que se filtraba por la densa capa de nubes podía llamarse así - se oyó una potente risa descendiendo del cielo. Era la voz del conde en persona, requiriendo a aquellos que habían matado a "uno de mis hijos". Los aventureros no respondieron e instantes después la puerta estallaba hecha añicos, aunque ni los lobos ni el propio Strahd dieron un paso para acceder al recinto. Con cierto desdén terminó su presentación y prometió que Ireena sería suya. Después su montura de pesadilla se elevó por los aires y el conde desapareció seguido de los lobos.

El grupo salió al exterior decidido a comenzar su viaje hacía Vallaki lo antes posible. Delar se percató entonces de un cuervo que los miraba con atención. Pensando que pudiera ser un espía de Strahd, sacó su arco pero la mano de Ismark lo contuvo - es bien sabido por los nuestros que los cuervos son enemigos de Strahd - le dijo. Delar saludó al cuervo, y este voló hasta posarse en su brazo. Todo parecía indicar que el grupo tenía un nuevo miembro.


Fue el vuelo de ese mismo cuervo el que hizo que el grupo se decidiera por seguir el camino hacia el estanque de Tsar cuando a las afueras de Barovia se encontraron con una bifurcación en el camino. A orillas del estanque había un campamento Vistani. Uno de los hombres que estaba junto al fuego los saludó mientras les decía - vosotros debéis de ser aquellos a los que espera madam Eva. Con la duda reflejándose en sus rostros, el grupo avanzó cauteloso hacia el campamento...






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