miércoles, 27 de octubre de 2021

Los Vengadores de Boccob 52-56

Después de unas semanas convulsas, nos ponemos al día con las andazas de los Vengadores de Boccob, ya que durante este tiempo no han estado precisamente lo que se dice ociosos. En nuestra última sesión los dejamos explotando el primer nivel del templo del mal elemental, y al menos eso, no ha cambiado mucho.

Misterios dentro de misterios

Los aventureros habían sufrido bastante contra las criaturas de roca, pero sabían que no podían perder mucho tiempo en aquella sala. Lo más importante era el caliz que reposaba sobre el techo del zigurat y la puerta de doble hoja de bronce del fondo. Ninguno de nuestros aventureros pudo acercarse a dicha puerta, pues parecía irradiar un miedo irresistible. Cogieron el caliz y salieron en dirección este, con intención de explorar aquella parte del complejo.

Sin embago no tardaron en encontrarse con un nuevo grupo de enemigos, encabezados en esta ocasión por un clérigo al que identificarón como Romag. Los Valientes de Boccob se defendieron como una maquinaria bien engrasada, y las tropas defensoras del templo no tuvieron ninguna oportunidad. Impresionado por su capacidad combativa, Romag se retiró y meditó sobre lo sucedido. Poco después se aparecería ante el grupo para proponerles una alianza. Con la ayuda de los aventureros Romag deseaba librarse del dirigiente del templo del agua, al que parecía odiar con mucha intensidad. Pero Finan no estaba dispuesto a colaborar con semejante ser, atacándolo en cuanto tuvo la oportunidad.

Romag tuvo que retirarse una vez más, jurando vengase del grupo. Tras eso los Vengadores se retiraron para recuperar fuerzas, usando la poca magia que les quedaba para asegurarse un lugar resguardado donde descansar.

Tras dormir un poco volvieron a la zona este, descubriendo que todo estaba más vacío incluso que antes. Sin que ellos lo supieran, las tropas que quedaban de Romag se habían retirado para montar una última emboscada. Mientras tanto, nuestros aventureros dieron con una serie de calabozos, donde encontraron a Esmeralda y su amiga Flana. La dos procedían de los asaltos a Hommlet. De hecho una de las razones por las que el grupo había llegado hasta allí era precisamente el rapto de Esmeralda. Fue entonces cuando Romag lanzó su último ataque.

El combate fue encarnizado, con Markus llevándose la peor parte, pero Juku hizo valer su valía como guerrero, y apoyado por los conjuros de Galiard y Finan, terminó por abatir definitivamente a Romag. Los seguidores de la tierra elemental habían quedado descabezados.

Unas cuantas horas después, nuestros aventureros llegaba a Nulb para que Sito (Otis) y la anciana herborista se encargaran de poner a salvo a Esmeralda y Flana.

Sientiendose ya a salvo, las muchachas pudieron contar todo lo que habían vivido en el complejo desde que fueran apresadas. Así, los Valientes de Boccob conocieron que los sectarios estaban muy interesados en raptar y conseguir prisioneros. Unos cuantos los vendían a los esclavistas de la costa salvaje para financiarse. Otra buena parte de ellos los usaban en sus oscuros rituales, y los más robustos y resistentes eran entregados a unos elfos de pelo albino y piel oscura. Estos elfos solían visitar el templo periodicamente y aunque las muchachas no sabían mucho del asunto, sí que habían llegado a reconocer en varias ocasiones la palabra Eclavdra. Esmeralda estaba convencida de que aún seguían con vida solo porque Belsomig, el diácono del templo del agua elemental, se había encaprichado de ellas. Romag se las quedó entonces para él, solo con la intención de frustar a su enemigo político.



Pero aún aguardaban unas cuantas revelaciones más. Un poco después, la vieja herborista habló en un aparte con Finan y le contó que era en vedad la diácona Y'dey, encargada del templo de San Cuthbert en Hommlet. Llevaba un año en Nulb como espía de Veluna. Durante todo ese tiempo había estado estudiando el templo y todo lo sucedido en los años precedentes. Puesto que los Valiente de Boccob estaban convencidos de volver al templo, lo menos que podía hacer era compartir la información que sabía con ellos.

Y'dey estaba convencida de que tras el templo del mal elemental se encontraba el Dios Elemental Ancestral, un ente nacido de la parte más oscura de los dioses y los mortales. Un ser de energía caótica pura y maligna adorado por gigantes y especies afines. En algún momento llegó incluso a corromper a varias tribus flaenias, hasta que Beory se percató de ello y golpeo al dios con su maza. Ese momento lo aprovecho Lolth, la terrible diosa-demonio de las arañas, para aprisionar la esencia del dios y convertirse en señora indiscutible de los Drow. El cuerpo del Dios Elemental Ancestral explotó en miles de fragmentos que se diseminaron por todo Oerth. Al menos eso se contaba en las viejas crónicas y leyendas.

Que los elfos ocuros estuvieran ahora en contacto con los sectarios del templo, solo podía significar que alguna facción de los Drow había dado la espalda a Lolth. Además las tropas leales que asaltaron el templo hacía diez años identificaron cierto poder encerrado en sus entrañas que lamentablemente no pudieron erradicar. ¿Pudiera ser que hubiera algo de la esencia del Dios Elemental Ancestral encerrado en áquel lugar? Quizás esa era la razón de que la mano de Vecna hubiera terminado allí. Y'dey tenía la sospecha de que los sectarios querían usar el poder del objeto para liberar a lo que fuera que estaba allí encerrado.

Con toda esa información, nuestros aventureros volvieron sobre sus pasos y se internaron de nuevo en el templo del mal elemental. Por cada respuesta que habían obtenido, un nuevo interrogante aparecía ante ellos...



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