En nuestra última sesión dejamos a nuestros aventureros tras un combate fugaz en el que habían abatido a un grupo de supuestos bandidos. Claro que el grupo tampoco es que hubieran dado mucho tiempo a sus enemigos para explicarse.
Secretos compartidos
Sólo uno de los bandidos aguantaba en pie, con sus manos en alto. Lamentablemente, un rápido interrogatorio reveló que lo supuestos bandidos eran en verdad unos mercenarios trabajando para un tal David Lodge, un comerciante de Kingsport. Eso los ponía en una situación muy delicada, ya que a todos los efectos se acababan de convertir en asesinos.
No les costó mucho verificar la historia del mercenario, logrando desenterrar una caja de madera de la base del monolito. En su interior, encontraron unos cálices españoles, un tomahawk de piedra negra y una máscara de búho elaborada en bronce.
Con el mercenario bien atado y amordazado, el grupo discutió su siguiente paso. No podían liberarlo sin más, pues si llegaba a Arkham y relataba lo sucedido, lo más probable es que todos ellos terminaran colgando del extremo de una soga. La alternativa no sonaba mejor, ya que una cosa es un combate fruto de una confusión y otra muy distinta un asesinato a sangre fría. Por suerte para ellos, un invitado de última hora iba a solucionar el asunto por ellos.
A primera hora de la noche, apareció por el campamento un oso de aspecto famélico. Probablemente el olor del combate lo había atraído. El grupo, sorprendido, vio como el oso se lanzaba como un rayo hacia el campamento, y antes de que pudieran pensar en algo, agarraba entre sus fauces al indefenso mercenario y huía de allí a toda prisa. Al menos ya no tendrían que preocuparse por ese problema.
Liberados del dilema del mercenario, nada los impedía retomar el asunto que los había llevado hasta allí. Chogan y Hendrik localizaron un nuevo rastro, y medio día después, dieron con un antiguo campamento nativo ocupado ahora por colonos. Esta vez sí que todo indicaba que habían dado con los bandidos. El grupo esperó hasta la noche, y como ya habían hecho antes con el grupo de mercenarios, asaltaron el lugar cogiendo a los bandidos por sorpresa. Se produjo un rápido intercambio de disparos, dónde destacó la puntería de Hendrik, que acertó en varias ocasiones al líder de los bandidos hasta abatirlo. El resto de los bandidos no corrió mejor suerte, aunque eso no quiere decir que nuestros aventureros salieran ilesos, si bien no tuvieron que lamentar baja alguna.
Con el silencio de la noche volviendo a dominar el lugar, al grupo sólo le restaba buscar el pequeño cofre que les encargara Tristan Curwen...
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