Nuestros aventureros van conociendo, poco a poco, las miserias que esconde Kingsport. Quien diría que ese pequeño asentamiento costero tendría tanto que esconder. Sin duda, el nuevo mundo es un lugar lleno de secretos. Falta por dilucidar si sacar a la luz tales secretos no deparará algún horrible destino a nuestros jugadores.
Misterios dentro de misterios
No queriendo dar respiro a los hermanos Lodge, el grupo se dirigió hacia su casa en compañía de los voluntarios de la milicia local. Su sorpresa fue mayúscula cuando el esclavo de la casa les relató que sus señores habían abandonado el lugar apenas dos días antes. En principio, habían partido para negociar un acuerdo con un nuevo proveedor de madera.
Nuestros aventureros no acabaron de creerse que el esclavo no estuviera al tanto de los asuntos turbios de los Lodge, así que lo pusieron bajo la custodia de la milicia mientras registraban la casa. No les llevó mucho conjeturar que los dos hermanos habían abandonado la hacienda con poca idea de volver. Un cofre para almacenar libros vacíos, armarios sin ropa y muchas otras señales así lo atestiguaban. Por si eso fuera poco, el grupo descubrió un viejo retrato de David Lodge que muy bien podía fecharse a finales de 1500 ¡cien años antes! También dieron con ciertas correspondencia enviada por un tal Victor Mordenheim.
Estimado señor Lodge:
Me siento abrumado por sus atenciones. Yo solo seguí el consejo de nuestro amigo en común, que me comentó el problema por el que pasaba un colega de estudios. El mundo no avanzaría si no fuera por el compromiso de hombres como nosotros. De hecho, soy yo quien le guarda un eterno agradecimiento por sus contribuciones a mis investigaciones, sin las cuales, no habría avanzado hasta el punto en el que ahora me hallo.
Le reconozco que su ofrecimiento llega en un momento inmejorable, pues estoy muy cerca de lograr mi objetivo, pero el ambiente aquí se está tornando peligroso. Viajaré bajo el seudónimo de Huldah White. Únicamente espero que no me delate mi acento germánico.
Siempre suyo,
Victor Mordenheim,
Mayo de 1691
Pero la gran sorpresa vino al explorar la bodega, cuando descubrieron una sala oculta tras unos grandes toneles y fueron asaltados por un numeroso grupo de cadáveres animados. Heather quedó aturdida por el encuentro, al creer reconocer a su hermano entre uno de aquellos cuerpos antinaturales. Sin embargo, supo recuperarse para, en compañía de sus camaradas, prender fuego a aquel lugar de pesadilla. El fuego purificador borró aquella blasfemia de la tierra.
Poco después ponían al corriente a Pickman, Holms y al hermano Miguel. Quedaba una pequeña pista que pasaba por interrogar al doctor White, así que se retiraron a descansar y, a primera hora de la mañana siguiente, partieron hacia su hacienda.
No les costó mucho dar con la colina, extrañamente sumida en una densa niebla. Lamentablemente, el doctor White también parecía haber abandonado el lugar. Sin embargo, en el caso del doctor todo parecía haber sido más precipitado. Una vez más, fue el sótano el lugar que les deparó más sorpresas. Allí dieron con Diana Oldman, una joven asistenta desaparecida unos días antes. Según su relato, el doctor vivía con el cuerpo destrozado de su mujer, experimentando en aquel sótano con la intención de devolverle la salud perdida. Encontraron también un extraño libro llamado Vermis Mysteriis y algunas cartas firmadas por David Lodge.
Carta 1
Estimado señor Mordenheim:
Me alegra sobremanera que haya aceptado mi invitación para instalarse en Kingsport. Le aseguro que en este emplazamiento podrá continuar con sus investigaciones sin los cortapisas de la moral trasnochada del viejo continente.
Prepararé todo para su llegada. Es lo mínimo que podría hacer por alguien como usted, después de su generosa contribución a mi personal búsqueda.
Un saludo,
David Lodge
Abril de 1691
Carta 2
Estimado señor White:
Me complace informarle de que adquirí una mansión a las afueras de Kingport con parte de su última contribución a la causa. En cuando se haya instalado, le presentaré a tres hombres que seguro le resultarán harto útiles, pues son inmejorables proveyendo del material que nuestras investigaciones requieren.
Seguro que también le alegra saber que he avanzado en mi búsqueda particular. Todo parece indicar que mi codiciado objeto pasó a manos de tribus locales hace algunos años. Temo, sin embargo, que las guerras del rey Felipe hayan emborronado la pista.
Reciba mi más cordial saludo,
David Lodge
Junio 1691
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