Los Vengadores de Boccob siguen con la exploración de la antigua residencia de Zagyg, el excéntrico mago que ostentó el cargo de alcalde de la ciudad libre de Falcongrís durante años, y que se rumorea que llegó a convertirse en un semidiós (o al menos existe gente que lo adora como tal).
Nuevas revelaciones
En cuanto el grupo se cercionó de que la pequeña biblioteca era segura (todo lo seguros que se puede estar en un lugar así), Galiard se lanzó a recorrer las estanterías y una pequeña mesa de lectura con una pila de libros llenos de polvo. La biblioteca era una pequeña joya de tratados de mucha calidad, nada que no se pudiera encontrar en la biblioteca de Falcongrís, pero todo un tesoro para la biblioteca particular de cualquier erudito. Sin embargo Galiard se centró en la pila de libros por ser probablemente el último material que se consultó en la época en la que Zagyg abandonó la residencia. Así identificó tres tratados que podían ser de interés:
- El Libro de los Portales, del gran mago Keraptis.
- Edificaciones Defensivas Modernas, del maestro enano Dram Piedragrís.
- La Búsqueda de la Vida Eterna, un ensayo filosófico, escrito por el gran filósofo baklunio Arthan-Dwem
El grupo se dividió los libros para echarles un vistazo rápido. Así encontraron una nota en el tratado sobre edificaciones a modo de marca páginas:
"Gracias por el viaje al lejano oeste, fue muy divertido. De R para Z"
Hilando poco a poco la información dedujeron que la famosa niebla verde que rodeaba el castillo de Falcongrís provenía de otro plano, y que la máquina operada por los Valientes de Reuxes que la liberó debía ser algún artilugio defensivo construido por el propio Zagyg. Si no lo habían interpretado mal, la niebla no era especialmente peligrosa, más allá de impedir cualquier tipo de visión en su interior. Dicha niebla probablemente se disiparía en un par de meses más sin dejar rastro.
Ahora sí que el grupo tenía algo tangible con lo que acudir ante los magos que los habían contratado. Pero antes quedaba terminar la exploración de aquel sótano. Una de las condiciones del contrato era que nuestros aventureros podrían quedarse cualquier cosa que encontrasen, así que ¿por qué no echar un último vistazo antes de irse?
Con esa idea en la mente, se dirigieron hacia el este, solo para toparse con una criatura tentaculada y agusanada que se descolgó del techo sobre Markus y Juku. La criatura demostró ser un enemigo peligroso, pero pasada la sorpresa inicial, el grupo se desembarazó del carroñero tentaculado sin lamentar bajas. Lo que si perdieron fue de vista a "Vicente", que no dudó en poner pies en polvorosa. Markus tendría que despedirse de su criatura adoptada.
En cualquier caso no sería ese su último enfrentamiento. No mucho después daban cuenta de una pareja de ciempiés gigantes probablemente emparentados con la colonia que habitaba en el piso superior. Por último llegaron a una zona cubierta de telarañas a través de las que pudieron ver varias cajas y barriles. Espoleados por sus últimas victorias quemaron las telarañas y se enfrentaron a una pequeña comunidad de arañas gigantes. Sin duda nuestro grupo estaba poseído por la sed del saqueo, el mal del aventurero. Y como siempre suele pasar al final con esa fiebre, se demostró casi fatal para Juku, que cayó ante las arañas soltando espumarajos por la boca. Menos mal que el grupo contaba con la presencia de Finan, el clérigo de San Curthbert.
Con Juku de nuevo consciente, los Vengadores de Boccob se dispusieron a revisar concienzudamente su nueva posible fuente de tesoro...
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