Con la suerte de cara
La zona aún olía fuertemente a telaraña quemada y a algún otro olor aún más nauseabundo. El pequeño incendio había dejado al descubierto varios cuerpos resecos, sin duda víctimas anteriores de las arañas. Una inspección rápida de los barriles y de las cajas de la zona no reveló nada de interés. Lo que hubiesen contenido hacía tiempo que se había echado a perder. En cualquier caso, y antes de abandonar la zona, Galiard recurrió a su vista mágica, localizando una espada corta en uno de los cuerpos resecos. Al menos el combate con las arañas no habría sido en balde.
Con la espada a buen recaudo entre las pertenencias de Markus, el grupo discutió su siguiente paso. Tenían suficiente información como para volver a Falcongrís, pero el grupo quería desentrañar algún secreto más de aquella maldita mansión. Sin ir más lejos estaba el asunto de la cripta secreta cercana. ¿Para que servía ese zócalo con forma de varita?¿estaría esa varita aún oculta en algún lugar de la mansión? El grupo sospechaba que así era.
De hecho por alguna razón prensaron que podía estar a buen recaudo en el cubil del cubo gelatinoso que habían dejado atrás. O al menos, si no la varita, quizás sí otros tesoros igualmente valiosos. Así que los Vengadores de Boccob se dirigieron hacia allí y trazaron varios planes para tratar de hacer salir a cubo de su guarida. Ninguno funcionó. El obstinado cubo gelatinoso no quería abandonar la seguridad de su pequeña gruta. Supongo que una lluvia de golpes y alguna que otra bola de fuego no ayudaron a que cambiara de idea. Los aventureros tampoco se fueron de rositas, y alguno que otro acabo recibiendo la ácida caricia de la criatura. Al final desistieron de su plan y decidieron encaminarse hacia el piso superior, a ver si allí tenían más suerte.
Antes de abandonar el sótano revisaron por última vez la pequeña capilla en honor a Boccob, descubriendo un pequeño compartimiento secreto con unas botas y unos guantes. ¿Serían algún tipo de ofrenda? Nuestro grupo no se paró a pensarlo mucho. Se hicieron con los objetos, no sin que antes se materializara una enorme mano mágica que trató de impedírselo. Tocaba salir de allí corriendo. Y por suerte el grupo lo logró sin tener que lamentar ninguna baja.
Sus ultimas acciones habían demostrado que la mansión distaba bastante de ser un sitio seguro, por eso al intentar acceder al segundo piso, y tras comprobar que la oscuridad mágica no se disipaba ante la magia de Finan, terminaron dándose por vencidos. Usaron el portal mágico del estudio y volvieron a la ciudad libre de Falcongrís.
A la mañana siguiente se entrevistaron con Jallarzi y Kieren, que hicieron honor al pacto y entregaron al grupo los objetos prometidos a cambio de los libros y de la información hallada sobre la naturaleza de la niebla verde. En concreto:
- Un anillo +1
- Una cota de mallas mágicamente livianas.
- Un medallón de levitación.
- Un cinturón de fuerza enana.
La noche anterior Galiard había estudiado los objetos encontrados en la mansión, por lo que al pequeño alijo de objetos mágicos había que añadir:
- Un abrecartas +1 que pese a su tamaño y peso hacía el mismo daño que una daga.
- Una espada corta +2.
- Unos guantes del "agarre seguro".
- Unas botas de ocultación del rastro.
- Una varita de rayo helado con 6 cargas de las 10 posibles.
Ahora sí que el grupo se creía preparado para partir hacia Hommlet y proseguir la búsqueda de las reliquias de Vecna. Pero la verdad es que la suerte parecía sonreirles en aquella ciudad. Por eso cambiaron de idea tras recibir nuevas del mentor de Markus. Los gremios estaban muy preocupados con las actividades bandálicas en la zona. Al grupo de Telhar se le había unido ahora un nuevo problema, un grupo de orcos que habían asaltado una pequeña caravana cerca del puente de Zagyg ¡casi a las puertas de la ciudad! A la recompensa de 1.000 monedas de oro por apresar a Telhar, los gremios añadían ahora 100 monedas de oro por cada orco muerto.
Dinero fácil, pensaron nuestros aventureros...
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