viernes, 9 de abril de 2021

Aventureros de la Marca 18

Nuestros aventureros continúan con la exploración del complejo bajo el pantano del territorio trasgo. Cada paso los acerca más al esclarecimiento del mal que asola Orlán, aunque tal vez también a su propia perdición.

Una pequeña victoria

De primeras quedó claro que aquél segundo nivel era otra cosa. Los pasillos rectos, claramente excavados por la mano de seres inteligentes, dejaban paso allí a grutas naturales, intrincadas y tortuosas. El suelo estaba anegado por aquella mezcla de agua y lodo de la que ya habían visto varias muestras. Pero por suerte, el camino que tenían delante se encontraba trufado por algunas piedras y losas ofrecían una ruta firme sobre la que avanzar.

Los Herederos de Uztum no se lo pensaron dos veces y comenzaron se dirigieron hacia el norte. Albarad no tardó en dar con un rastro fresco de pisadas que discurría hacia el este. Girando un poco después hacia el sur, nuestros aventureros llegaron a una sala cubierta por agua. Sospechando que pudiera tratarse de otro estanque como el de los cocodrilos, exploraron la zona con cuidado, hasta que su meticulosidad se vio recompensada al descubrir un panel secreto que ocultaba una nueva barca. Pese a todo, prefirieron explorar otro ramal que partía hacia el norte antes de aventurarse por el agua.

Así llegaron ante una puerta sin cerradura. Tras un fuerte empujón, accedieron a una gran sala con un pilar central. Aquella sala no parecía contener nada más que una tambaleante criatura que se lanzó contra el grupo. Era sin duda algún tipo de muerto viviente, un zombi. Aquella criatura solitaria no parecía ser especialmente peligrosa y no tardó en caer ante el ímpetu del grupo. Sin embargo, y para horror de los aventureros, volvió a alzarse para atacarles. Esta vez Einar decidió blandir el hacha mágica que llevara en su momento Tulin y nuevamente la criatura fue abatida. Los Herederos de Uztum no le darían una nueva oportunidad de levantarse. El fuego lo evitaría.

Superada la sala, el grupo llegó hasta una suerte de pequeñas celdas, dentro de las cuales encontraron a varios niños, una madre y un comerciante. Los niños resultaron ser los hijos del carpintero de Orlán, mientras la mujer se identificó también como una de las lugareñas. Nuestros aventureros decidieron sacar a toda aquella buena gente de allí, y de camino a la superficie, pudieron averiguar que efectivamente una horrible criatura mitad mujer mitad serpiente estaba detrás de los sucesos. Por lo visto la gente raptada de Orlán y de los caminos cercanos, eran llevados a su presencia, donde eran sometidos a la mirada hipnotizante de la criatura. Si caías bajo su influjo eras devuelto a la superficie como uno de los sirviente de su culto. Si te resistías... solo te esperaban las celdas y un destino incierto, pues nadie volvía a ver a quienes era reclamados desde allí.

Tras dejar a los cautivos con Ramne, volvieron al interior del complejo con la clara determinación de terminar con todo aquello. No tardaron en tener que demostrar que podían estar a la altura, pues tras dejar atrás las celdas, llegaron a una especie de templo dedicado a la diosa-reptil. Un clérigo, claramente un servidor del culto, se enfrentó a ellos dispuesto a expulsar del lugar a aquellos herejes. Preparó un terrible hechizo y lo lanzó hacia nuestros aventureros, solo para ver como su sonrisa triunfalista moría al darse cuenta de que algo lo había dispersado.

Y es que Barfin, previendo un enfrentamiento inminente con la criatura-serpiente, había roto el sello de protección mágica que les diera Ramne. Si funcionaba como estaba previsto, durante una hora serían inmunes a los ataques mágicos. Pero aquel clérigo fanático no estaba dispuesto a ponerles las cosas fáciles y cargó con su martillo, solo para encontrar la muerte a manos de nuestros aventureros.

El camino quedaba libre, y si los cautivos liberados estaban en lo cierto, tras el altar que se alzaba ante ellos se escondía la terrible criatura origen de todo aquel mal...



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