jueves, 16 de diciembre de 2021

Los Vengadores de Boccob 57-60

La peripecias de nuestros aventureros continúan. En esta ocasión en otra plataforma, ya que estamos migrando la campaña de Roll20 a Foundry VTT, de momento con buenos resultados. En nuestra última entrada los dejamos volviendo a las entrañas del templo. Veamos como les ha ido desde entonces.

Los salones inferiores

Tras la batalla contra las tropas del templo de tierra, todo el primer nivel parecía deshabitado. Un plomizo silencio era el único acompañante del grupo, que deseaba registrar bien aquellas salas sospechando que podían quedar tesoros por recuperar. Fue así como dieron con una habitación llena de desperdicios donde un grupo de extrañas criaturas habían construido su morada. Juku se lanzó al combate junto al resto de sus compañeros, solo para descubrir que se estaban enfrentando con alguna clase de monstruo oxidante. A resultas del encuentro algún escudo quedó dañado, pero poco más tuvieron que lamentar nuestros aventureros, si bien tampoco lograron mucho más tesoro.

Enfocados de nuevo en encontrar la reliquia de Vecna, los Vengadores se encaminaron hacia el siguiente nivel, precedidos por un ojo arcano invocado por Galiard. Para desasosiego del grupo, el ojo dio con ciertas criaturas incorpóreas, poco más que sombras, que parecían guardar algunas de las rutas de bajada. Sin embargo lograron esquivarlas al dar con una bajada que no parecía estar custodiada. Así llegaron a una sala hexagonal llena de una fina arena donde destacaba un gran altar de un finísimo cristal. Demasiado irresistible como para no explorarlo concienzudamente, y seguramente muy importante como para dejarlo sin custodia, pues poco después de comenzar a revisarlo una pared del recinto se abrió para revelar a una anciana mujer de espalda encorvada.


Juku y Markus no tardaron en disfrutar de las atenciones de aquella criatura, a todas luces inhumana. Pero san Cuthbert no parecía dispuesto a abandonar al grupo, y a través de Finan y de la inestimable ayuda de los conjuros de Galiard, lograron doblegar a aquel ser de pesadilla.

Preocupados por si los ruidos de la lucha atraían a más enemigos, nuestros aventureros se dirigieron hacia el sur, para llegar a un pasillo ancho iluminado por extraños líquenes y musgos fosforescentes. La magia impregnaba aquel lugar en su totalidad. Hacia el oeste las luces eran de tonalidades verdes, mientras hacia el este tomaban un color más rojizo. Continuaron hacia el sur, solo para dar con una especie de sala de guardia donde un par de monstruos permanecían encadenados dentro de una oscuridad mágica. Así fue como el grupo se enfrentó nada más y nada menos que a una hidra y a su cuidador trol.

Galiard, preso de una rabia incontenible, desató todo su poder en forma de una temible lluvia de fuego que terminó por consumir al enemigo. Sin embargo el mago había agotado prácticamente toda su capacidad mágica en el proceso. Un hecho del que no tardarían en lamentarse cuando se dieron de bruces contra Alrem, señor del templo de fuego. En compañía de algunos esbirros y de unos potentes espíritus flamígeros, se enfrentaron a nuestros aventureros decididos a terminar con aquel grupo de entrometidos.

Y a fe de Rao que casi lo logran. Galiard desde luego terminó dando con sus huesos en tierra, pues los espíritus flamígeros atravesaron con facilidad la línea defensiva del grupo y alcanzaron al hechicero que logró sobrevivir por muy poco. Los Vengadores de Boccob tuvieron que aplicarse como hacía mucho tiempo que no se veían obligados a hacer. Al final la diosa fortuna decidió que nuestros aventureros vivirían para continuar con sus andanzas, pues lograron vencer por los pelos en el combate.

Tras lamerse las heridas y explorar un gran salón claramente consagrado al elemento del fuego, el grupo se encontró con un grupo de sectarios que escoltaban a unos prisioneros. No les costó mucho liberar a los cautivos, y así conocieron el nombre del sacerdote del fuego al que habían eliminado y obtuvieron nuevos testimonios de que las diferentes facciones del templo no estaban precisamente lo que se dice bien avenidas. ¿Podría el grupo beneficiarse de aquella situación? Era algo que estaba por verse, primero había que poner a salvo a los cautivos...




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