Los misterios del futuro
El camino descendió suavemente hasta llegar a un pequeño estanque llamado -según les reveló Ismark- el estanque de Tsar. En la orilla había un pequeño campamento vistaní con al menos cinco carromatos dispuestos en círculo al rededor de un gran fuego. Varios hombres y mujeres parecían disfrutar del calor, además de haber abusado del vino. Uno de los vistaní, un hombre llamado Horatio, saludó a los aventureros y les conminó a compartir su fuego. Por lo visto el campamento llevaba en el lugar varios días a la espera de los aventureros. El grupo estaba dirigido por una tal Madame Eva que podía predecir el futuro y que estaba interesada en hablar con los aventureros, aunque ahora estaba descansando y tendrían que esperar un rato.
Sentados a la lumbre, el grupo intercambió historias de sus aventuras ocurridas en Falcongrís con algunas que les relató Horatio. En concreto el vistana les contó lo acontecido un año atrás con un poderosos hechicero que parecía haber venido también del mundo de los aventureros. El hechicero se había enfrentado a Strahd en un combate épico que los había llevado hasta un saliente de roca sobre ese mismo estanque. Al final el hechicero había caído hasta el agua, aunque cuando el propio Horatio fue a "comprobar" el cadáver no encontró rastro del mismo.
Ya estaba cayendo la noche cuando Horatio indicó a los aventureros que Madame Eva les recibiría. El vistana hizo la salvedad de que solo esperaban a los Valientes de Volkas, y que por tanto Ismark e Ireena debían esperar fuera. Los aventureros accedieron entonces al interior del carromato más grande y ornamentado. En el interior vieron a una mujer de edad avanzada preparada para realizar una lectura de cartas. Como presentación la mujer se dirigió a cada uno de ellos por su nombre y reveló cosas de sus pasados como si les conociera de hace tiempo. Además les dijo que los vistaní tenían cierto acuerdo con Strahd, que solo ellos eran capaces de abandonar Barovia atravesando las nieblas, y que pese a todo ella trabajaba para acabar con el conde.
Procedió entonces a realizar la lectura, con la finalidad de ayudar a los aventureros en su misión en Barovia, que no podía ser otra que terminar con la tiranía de Strahd. En concreto sacó cinco cartas y pronunció las siguientes palabras:
El Mago. Esta carta nos cuenta la historia. El conocimiento antiguo os ayudará a conocer mejor a vuestro enemigo. Buscad la torre de un hechicero sobre un lago. Dejad que el nombre del mago y su sirviente os guíen hasta lo que buscáis.
El Monje. Esta carta nos revela una fuente muy poderosa para el bien y para la protección. Un símbolo sagrado de esperanza. El tesoro que buscáis está escondido detrás del sol, en la casa de un santo.
La Encantadora. Esta es una carta de fuerza y de poder. Nos habla de una arma de venganza: una espada luminosa. Veo a una mujer arrodillada -- una rosa de gran belleza cortada demasiado pronto. El amo de la marisma sabe de quién hablo.
Las Nieblas. Esta carta arroja luz sobre alguien que os será de gran ayuda en la lucha contra el mal. Una vistan recorre sola estas tierras en busca de su mentor. Nunca se queda mucho tiempo en el mismo lugar. Buscadla cerca de una abadía, cerca de las nieblas.
El Señor Oscuro. Vuestro enemigo es una criatura de la oscuridad, cuyos poderes escapan de la compresión de los mortales. Esta carta os indica el camino para enfrentaros a él. Merodea en lo más profundo de las sombras, al lugar al que siempre debe regresar.
No es que la lectura fuera muy reveladora. Los aventureros salieron de la tienda con muchas dudas, y ante lo avanzado del día, decidieron quedarse a dormir en el campamento vistaní. Mylon lanzó un conjuro y marcó un área alrededor del grupo como protegida. Si no la abandonaban estarían seguros. Delar realizó la primera guardia, y no mucho después de empezar la misma, una mujer mayor llamó su atención desde los límites del campamento. Delar no estaba dispuesto abandonar el círculo de protección, así que la mujer cogió una rama y escribió algo en el suelo.
La guardia de Volkas discurrió sin problemas, dejando paso a la de Mylon e Ireena. En un momento de la misma, el tiempo pareció detenerse en el campamento para todos menos para Mylon. Unos fuegos fatuos iluminaron un árbol cercano en el que aparecieron varios cuerpos ahorcados. Uno de ellos levantó la vista y Mylon vio con horror que se trataba de él mismo. Con su fe más fortalecida que nunca, Mylon despertó al grupo y comprobaron lo que la mujer había dejado escrito en la tierra:
"No os fieis de los vistaní, trabajan como espías para Strahd. Abandonar su campamento y buscad refugio en la posada de El Agua Azul".
No es que el grupo necesitara de tales advertencias, aunque memorizaron el mensaje en cualquier caso y abandonaron el campamento en dirección a Vallaki. Tras medio día de camino llegaron a otras puertas idénticas a las que atravesaran nada más llegar a Barovia, y un poco después vieron un molino del que llegaba un agradable olor a pan y repostería recién hecha. Varios cuervos volaban en círculos sobre un lugar cerca del bosque que se adivinaba detrás del molino, y cuando los aventureros se acercaron al molino se posaron en el camino detrás de ellos. Los aventureros pensaron que los cuervos les estaban avisando, pero su curiosidad prevaleció y se acercaron al lugar que antes estaban sobrevolando los pájaros. Descubrieron un círculo de piedras donde en el suelo se habían depositado un buen número de dientes, seguramente de niños por su tamaño.
Mylon invocó entonces el poder de Pelor para detectar el mal y un gran dolor recorrió su mente, pues obtuvo la certeza de algo que llevaba sospechando desde el principio: que el mal invadía y se filtraban en toda la tierra. El golpe fue fuerte y por un momento su cordura pareció resquebrajarse, pero su fe era fuerte y le salvo de caer en los infiernos de la locura.
Tras la experiencia, los aventureros decidieron que si podían debían liberar aquella tierra de algo del mal que la atenazaba. Sacaron su armas y se aproximaron hacia el molino...