jueves, 14 de mayo de 2020

Los Vengadores de Boccob 36

Dejamos a nuestros aventureros descansando tras su enfrentamiento contra los orcos y su trol. Restablecidos de sus heridas, tocaba explorar la cueva del enfrentamiento. ¿Podrían encontrar las mercancías robadas al gremio de comerciantes de Falcongrís?

Un infierno de trampas


El silencio reinaba en la cueva, los cuerpos de las criaturas abatidas aún permanecían en sus sitios, aunque algunos habían sido mordisqueados por el oso lechuza. No lejos de la entrada, el grupo vio una puerta fuertemente encajada. El pasillo seguía adentrándose en la colina, pero nuestros aventureros no querían dejar nada sin explorar a sus espaldas. Markus afianzó los pies y se dispuso a tirar con todas sus fuerzas del tirador de la puerta, pero en el último segundo Juku sugirió utilizar una cuerda para poder hacer más fuerza.

Con la soga en su lugar, los dos aventureros tiraron del cabo y la puerta crujió antes de comenzar a abrirse, no sin que el tirador liberase un pincho embadurnado de una pasta negra que golpeó el aire sin clavarse en nada. Sin duda la idea providencial de Juku había evitado que Markus recibiera una desagradable sorpresa. La sala parecía un almacén, aunque la mayoría de su contenido había desaparecido, probablemente trasladado a otro sitio. En ese momento solo quedaban tres fardos con varias raciones de hierro.  

No quedaba más que adentrarse por el pasillo, donde Markus pendiente de que nada les sorprendiera desde el techo, pisó una baldosa que liberó una trampa con estacas que se lanzaron hacia él. Pero ese día Boccob estaba de su lado y volvió a librarse sin un rasguño. No sería la última trampa con la que se encontraron, aunque esta vez sería Finan el que la sufriría, al tropezar con un cable que parte del grupo cruzó sin activar.

Por lo demás el lugar estaba desierto. Aunque quedó claro que la partida de orcos llevaba bastante tiempo utilizándolo como base. Al menos eso parecía indicar una pequeña capilla con una gran estatua de Grummsh, el dios cíclope del panteón trasgo. A sus pies el grupo localizó (y se quedó) con una gran esfera de metal y tres pequeños discos que parecían encajar en su superficie. Escarmentados por las trampas anteriores, el grupo se guardó el objeto sin tocarlo mucho, ya tendrían tiempo de estudiarlo con calma fuera de allí.


Por último dedujeron que el Osgo era el cabecilla del grupo, y en lo que parecía su habitación, encontraron una extraña daga y varios papeles con indicaciones de rutas comerciales. Para Galiard quedó claro que alguien desde la ciudad había estado pasando información a los salteadores.



De vuelta en Falcongrís, las noticias sobre un grupo que arrastraba un buen número de cabezas de trasgos a sus espaldas corrió como la pólvora. Y no fueron pocas las posadas donde esa noche se oyó el nombre de los Vengadores de Boccob. El gremio de comerciantes pagó la recompensa estipulada y trató de convencer a los aventureros de que trataran de recuperar lo robado, pero nuestros aventureros estaban decididos a continuar ya su viaje hacia Hommlet...
 

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