domingo, 13 de enero de 2019

Los Valientes de Volkas (42 y 43): Curse of Strahd 04-05

Dejamos a nuestros Valientes de Volkas acercándose al molino donde vivía Morgantha con sus dos hijas. El grupo sospechaba que era el cubil de unas brujas, y Mylon no estaba dispuesto a continuar el viaje dejando atrás semejante mal. Veamos como les fue.

Todo irá bien


El grupo se detuvo cerca de la puerta del molino. Volkas quería establecer un plan de ataque claro, pues si se iban a enfrentar a brujas tenían que andarse con cuidado. En aquella tierra extraña no sabían que poderes mágicos podían poseer semejantes criaturas. Delar era más partidario de entrar a las bravas, pero al final cedió y establecieron una formación en la que Volkas y Mylon quedarían detrás para lanzar un conjuro de silencio en el momento oportuno.

Lo aventureros llamaron a la puerta y fueron recibidos por una de las hijas de Morgantha. Le indicaron que deseaban comprar más galletas, y durante la charla posterior averiguaron que la madre no se encontraba en el molino. A través de la puerta pudieron ver una cocina llena de cachivaches y suciedad, mientras hasta ellos llegaba un olor delicioso a galletas recién horneadas. Por las escaleras que conducían al piso superior apareció la otra hija, y en ese momento Mylon lanzó silencio. Era la señal que Delar, Ireena e Ismark estaban esperando para cargar.

El grupo cogió por sorpresa a sus oponentes, y la espada mágica de Delar hirió de gravedad a la primera de las hermanas. Los proyectiles mágicos de Volkas también impactaron sobre ella, agravando su estado. Pero en ese momento, y pese al área de silencio, las dos hermanas desaparecieron de la vista de los aventureros.

El grupo estaba desconcertado. Las dos hermanas reaparecieron en el exterior del molino y demostraron con sus proyectiles mágicos que efectivamente eran más de lo que aparentaban. Sin embargo nuestros aventureros no se amedrentaron y volvieron a cargar. Mylon utilizó su martillo espiritual mientras esquivaba las uñas de la bruja y recibía el apoyo de Delar y Volkas. Las dos hermanas se revolvieron con furia, pero el primer ataque por sorpresa había dejado a la primera hermana muy herida, y el grupo logró abatirla. Lo último que vieron fue a la otra criatura desvaneciéndose de nuevo mientras juraba venganza.

Con cuidado, pues temían un nuevo ataque por sorpresa, el grupo exploró el molino. Mylon obtuvo una recompensa inesperada, pues en el segundo piso de la torre encontraron dos niños enjaulados (Freek y Myrthe). Sus padres los habían vendido a cambio de galletas. Ismark e Ireena dijeron que se harían cargo de ellos una vez llegaran a Vallaki, así que el grupo incendió el molino y continuó el viaje, alejándose a toda prisa del lugar. Ya entrada la noche, el grupo llegaba a la puerta del este de Vallaki.



La puerta estaba cerrada con un rastrillo, y los guardias indicaron claramente al grupo que no pensaban abrirlo de noche. El grupo acampó al lado de la puerta, pues no se les ocurrió ninguna otra opción. Al amanecer, por fin, pudieron franquear la entrada y adentrarse en las calles de Vallaki.

La idea de Ireena e Ismark era resguardarse en la iglesia de San Andras, que tenía fama de acoger a quien así lo requiriese durante la noche. Además el párroco tal vez podría ayudarles a encontrar un lugar para los chicos rescatados del molino. Pero antes necesitaban encontrar un sitio donde hospedarse, limpiarse un poco y comer algo. Nuestros aventureros recordaron entonces el encuentro con la extraña mujer durante la noche que pasaron en el campamento vistaní de Madamme Eva. En el suelo había dejado escrito el nombre de la posada "El Agua Azul". El grupo preguntó a un sirviente del burgomaestre que estaba trabajando en los adornos de un próximo festival, que debía tener lugar en tres días: el festival del sol llameante. Así averiguaron que Vallaki no recibía demasiados visitantes y que solo disponían de una posada que efectivamente se llamaba el Agua Azul.

La posada la regentaba la familia Martikov. Urwin, el padre, se mostró algo enigmático y errático con los aventureros, aunque el grupo le sonsacó que su posada era frecuentada actualmente por otro extranjero, un semielfo llamado Rictavio. También les informó  del nombre del hechicero que un año antes se había enfrentado a Strahd. Para la sorpresa de Volkas no era otro que Mordenkainen, un archimago de gran renombre en Falcongrís. El grupo pagó su habitación para la noche, por si la historia sobre la iglesia de Vallaki se demostraba falsa, y quedaron con Urwin para que les presentase a ese otro extranjero.



Poco después el grupo al completo se encontraba en la iglesia de San Andras hablando con el padre Petrov. La historia era cierta y la iglesia acogía por las noches a todos aquellos que buscaban un lugar seguro. El padre estaba más que dispuesto a acoger a Ismark, Ireena y a los pequeños, sobretodo tras conocer huían del propio conde. Sin embargo, un poco después se llevó a parte a  Mylon, a quien consideraba como un igual, y le contó que las reliquias del santo habían sido robadas unos días antes. Sin esas reliquias la iglesia no podía proporcionar ninguna seguridad real. El padre Petrov le imploró a Mylon su ayuda, y este no tuvo más remedio que aceptar el encargo de investigar el suceso.

Volkas, Mylon y Delar se dirigieron entonces al cementerio para hablar con Milivoj el sepulturero. El padre Petrov les había contado que sospechaba de él, pues el emplazamiento exacto de las reliquias era secreto hasta que se le escapó hace unos días hablando con uno de sus monaguillos (que para él estaba fuera de toda duda). Dicho monaguillo era muy amigo de Milivoj, y el padre estaba seguro de que el chico se lo habría contado.

El grupo lo abordó mientras Milivoj se dedicaba a su trabajo, pero no logró sacar nada de información. Entonces Volkas utilizó su conjuro de invisibilidad y espió la casa del chico. Allí pudo ver a una familia muy numerosa y humilde, que prácticamente dependía por completo de Milivoj, el hermano mayor. En un momento dado incluso pudo ver como este sacaba un saquito de monedas de un sitio oculto para comprar algo de comida. Con esta información el grupo lo volvió a abordar pero de forma diferente. Probaron a sobornarlo y el plan funcionó. Tras el pago de unas cuantas monedas de oro, el grupo averiguó que efectivamente Milivoj había robado las reliquias, aunque solo porque Henrik, el artesano tras la tienda de ataúdes, insistió en ello y le había ofrecido una buena paga.

Nuestros aventureros tenían un nuevo blanco, y mientras la tarde llegaba a su fin, se dirigieron hacia el taller de Henrik, con intención de tener algunas palabras con él...





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