miércoles, 2 de enero de 2019

Un nuevo inicio: Rappan Athuk 02 y 03

Empezamos el año poniéndonos al día con el segundo grupo que recorre las tierras de Falcongrís. Y más vale que lo hagamos pronto, pues esta noche si nada falla continuaremos con sus aventuras. En nuestro último resumen los dejamos lamiéndose sus heridas en mitad de la foresta del Pantano Brumoso. Veamos si su segundo día de exploración se dio mejor.

Lecciones de historia


Los aventureros pasaron la noche en tensión, esperando un posible ataque o encuentro inesperado en mitad del pantano. Por suerte no ocurrió ni lo uno ni lo otro, y Luel recuperó suficientes fuerzas como para invocar algunas curaciones sobre sus compañeros. Aún magullados pero decididos a investigar las ruinas, se dirigieron de vuelta a los edificios que habían divisado el día anterior. Eso sí, esta vez lo hicieron tomando más precauciones. Para empezar bordearon el edificio principal hacia el norte, con la intención de echar otro vistazo a las ruinas que descubrieron el día anterior más al norte. Las ruinas no eran más que la base de otro zigurat desaparecido hace tiempo, al parecer sin ninguna entrada. Entonces el grupo vislumbró a un grupo de hombres saurio que, cerca de aquel lugar, se introdujeron poco a poco en las aguas del pantano hasta desaparecer. Nuestros aventureros no tenían ganas de empezar el día con otro enfrentamiento si podían evitarlo, así que volvieron a subir hasta el techo del edificio principal.

Allí obtuvieron una prueba más de que no estaban solos. Junto a las escaleras donde fueron emboscados el día anterior, ahora habían varias lanzas que lucían las cabezas de los gnolls y el hobgoblin en sus puntas. Con mucho cuidado el grupo comenzó a descender las escaleras y llego a una gran sala oscura. El suelo estaba lleno de guano, y no tardaron en ver una gran colonia de murciélagos cobijada en su techo. Más la norte aparecía otra sala de columnas con varias estatuas en buen estado y una convertida en escombros al fondo. La sala contenía dos puertas, pero los aventureros no quisieron investigar más esa sala --también llena de guano-- y tomaron un pasaje hacia la derecha que salía de la cámara inicial.

Markus y Luel abrían la marcha, seguidos de cerca por Juku y Galiard. Al girar una esquina, Markus activó una trampa disimulada en el suelo y dos lanzas salieron disparadas de la pared. Por suerte no hirieron al aventurero, pero advirtieron de su presencia a un grupo de gnolls que emboscó al grupo al girar la siguiente esquina. Comenzó entonces un combate sin compasión. Uno de los gnolls huyó muy herido, pero en aquel sitio nuestros aventureros no tenían la ventaja. Juku cayó el primero, y tras una decisión táctica poco afortunada, Luel cayó también herida de muerte. Sin sus poderes de curación y en inferioridad numérica, el grupo estaba condenado. Entonces Markus y Galiard tomaron la decisión de huir, cargaron con los heridos como pudieron y salieron corriendo con los gnolls pegados a sus talones. Por suerte Markus arrojó a su paso varias monedas de oro (pertenecientes al pobre Juku que no estaba para quejarse). Eso detuvo la persecución en seco, pues el afán por el tesoro pudo más que la sed de sangre de los gnolls. El grupo continuó corriendo hasta volver a la superficie y volvió a retirarse al interior del pantano. Tanto Luel como Markus se habían estabilizado, pero necesitaban descansar.



Tras otra noche en el pantano el grupo estaba otra vez preparado para continuar con sus andanzas. Luel había recuperado el conocimiento y pudo sanar varias de las heridas de sus compañeros. Visto el resultado del día anterior, nuestros aventureros tomaron la decisión de no volver a las escaleras centrales y probar suerte por las pequeñas escaleras del sur. Aunque antes prepararon un parapeto de madera que pudieran poner delante de ellos y protegerse así de las fechas.

El parapeto fue todo un éxito, pues efectivamente nada más volver a la zona del puente colgante, fueron recibidos con una lluvia de flechas. El puente colgante tenía una ramificación, y tras un primer enfrentamiento el grupo se vio ante el fuego de dos grupos de enemigos. Sin embargo nuestros aventureros utilizaron un planteamiento táctico mucho mejor que el del día anterior, y tras un duro combate vencieron a sus enemigos, un grupo de guardias humanos que hablaban una versión arcaica de flaenio.

Sin enemigos a la vista, nuestros aventureros se dirigieron hacia el este. Tras cruzar otro puente colgante, no tardaron en llegar hasta la entrada de una especie de capilla cubierta de unas gruesas cortinas. Las cortinas mostraban el símbolo de una especie de estrella desigual con un círculo en su interior. En un pedestal había un gran libro abierto, y enfrente de la capilla, una salida cerrada por un enrejado.


Luel y Galiard echaron un vistazo al libro. Parecía contener la historia de un pueblo: los tracios. Según el libro los tracios --un clan flaenio-- había conquistado las tierras de los ur-flaenios, ya en decadencia. Agamón, el gran rey tracio, tomó para sí la ciudad subterránea de los ur-flaenios e instauró el culto a Tánatos, el señor de los enigmas. Con el tiempo los tracios adoptaron las costumbres esclavistas de los ur-flaenios, y un gran número de humanoides --goblins, gnolls, minotauro, etc.-- llegaron al complejo para servir de divertimento y de servidumbre. Pero un día se sublevaron y sellaron el destino de los tracios, cuyo imperio cayó no mucho después bajo el peso de las las migraciones suelias y oeridias.

Luel se dio cuenta entonces de que la estrella de forma extraña bien podía ser el símbolo alterado de una mano de cinco dedos, y el círculo interior bien podía representar un ojo. Tánatos debía ser una de las múltiples caras de Vecna, el terrible señor de los secretos. La información era sin duda interesante, aunque estaba por ver si también resultaría útil en aquel lugar...
  



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