Seguimos con las peripecias de nuestro bisoño grupo de aventureros. En la última ocasión les dejamos en una situación bastante comprometida, al haberse topado nada más y nada menos que con el infame Uztum el maldito. Veamos si lograron salir por su propio pie del enfrentamiento.
Al borde del precipicio
La energía mágica aún crepitaba en el ambiente mientras nuestros aventureros se recomponían de la sorpresa. Al menos cuatro esqueletos se dirigían ya prestos al interior de su habitación. Tulin y Albarad se prepararon para recibir la carga, mientras Barfin soltaba su arma y preparaba su arco.
Los ruidos del combate llegaron hasta la habitación contigua donde estaba Einar. No le hizo falta más para entender que algo se había torcido horriblemente. Se aseguró de que dejaba la puerta que no había explorado bien atrancada y corrió a socorrer a sus compañeros.
Tulin mecía su hacha de lado a lado causando un daño terrible a sus adversarios, pero la magia de Uztum no se quedaba atrás, y varios dardos mágicos impactaron en el grupo. Entonces Albarad resultó herido de gravedad por una lanza y cayó inconsciente al suelo. Barfin no se lo pensó dos veces y saltó al combate recogiendo la espada del explorador. Mientras tanto, Einar había dado un rodeo logrando sorprender al nigromante por una ruta inesperada. El nigromante lo recibió desenfundando una terrible daga vampírica con la que casi logra extraer hasta el último ápice de energía vital del bárbaro.
Con Albarad en el suelo y la vida de Einar pendiente de un hilo, la situación se ponía muy complicada para nuestros aventureros. Pero el hacha de Tulin no falló y segó a sus enemigos como quien siega trigo. Einar se mantenía en pie, y aunque no parecía poder dañar al hechicero, lo mantenía ocupado. De esa forma el resto del grupo tuvo tiempo para suministrar una poción de curación a Albarad y recuperar así al explorador. Poco a poco las tornas se iban volviendo contra Uztum. Los aventureros, con superioridad numérica, fueron implacables con los enemigos que aún quedaban, hasta que solo el nigromante permaneció en pie. Burfin recurrió a sus propios hechizos y varios proyectiles mágicos hicieron mella en Uztum. El nigromante se supo perdido y trató de rendirse, pero el grupo no lo permitió y no cejó en su acometida. Una historia milenaria terminó por truncarse bajo los ataques implacables de nuestros aventureros. Uztum había caído.
Pero su residencia aún guardaba alguna que otra sorpresa desagradable. Como aprendería Albarad, que al investigar una cámara falsa del tesoro fue atacado por un mimeto con forma de alfombra. Solo contra ese enemigo, no tardó en dar con sus huesos en el suelo. No sería el único. Atraídos por su grito, el resto del grupo acudió en su auxilio. Einar trató de rescatar a su amigo de las fauces de la criatura, solo para caer también a sus pies. Por suerte las flechas de Burfin y el hacha de Tulin no fallaron y lograron terminar con el monstruo. Comenzó entonces una carrera frenética por salvar a los compañeros caídos. No quedaban pociones de curación, pero tenían los múltiples ungüentos y cremas del nigromante.
Nuestros a ventureros se consagraron a Valion y comenzaron a probarlas en los caídos. La dama fortuna los sonrió y algunos de los potingues lograron restaurar la salud de Einar y Albarad lo suficiente como para que recobraran la consciencia. Estos despertaron sorprendidos, y con algún que otro poder temporal por la gracia de las cremas aplicadas.
Durante la búsqueda de cualquier cosa que pudiera salvar a sus compañeros, el grupo se había topado con la verdadera sala del tesoro de Uztum, por lo que no parecía que nada los retuviera ya en aquel lugar maldito. Sin embargo su sed de exploración los llevó a abrir una última puerta, solo para descubrir una especie de museo de cera con horribles monstruos andantes. Más de lo que nuestros aventureros podían soportar. Pusieron pies en polvorosa y prácticamente no pararon de correr hasta volver a la seguridad de Puertoeste.
Su mecenas no pudo sino alegrarse de volver a verlos, y los recompensó bien por todas las sustancias substraídas de la morada de Uztum. Tras vender todo el resto del tesoro que pudieron, el grupo junto la nada despreciable cantidad de 2.200 monedas de oro más varios objetos mágicos que se quedarón para sí. No les había ido nada mal.
Pronto empezaron a correr los rumores por todo Puertoeste sobre las hazañas de un nuevo grupo de aventureros: los Herederos de Uztum...
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