domingo, 25 de agosto de 2019

Los Vengadores de Boccob 24

Y así llegamos al final de la "temporada", que es la forma chic de decir que hacemos un pequeño parón debido a las vacaciones estivales. Además lo dejamos en un muy  buen punto, aunque mejor no adelantar acontecimientos y pasar directamente a ver cómo les ha ido a nuestros aventureros desde su última sesión de juego.

De vuelta a la superficie


Los Valientes de Boccob ya habían decidido abandonar Rappan Athuk. En los últimos nueve días habían amasado una buena cantidad de tesoros, y en un día más el barquero que los trajo volvería para recogerlos. Eso si eran capaces de comparecer a la cita. Sin embargo aún quedaba un día para ese momento, y quizás pudieran sacar algo más de aquellas ruinas que se habían llevado por delante a su compañera Luel.

Con ese pensamiento aún flotando en sus mentes, se afanaron en revisar la cámara donde reposaba el cuerpo de la guerrera perfectamente conservada. Un último misterio que desentrañar. Convencidos de que no habían más entradas y salidas que las ya descubiertas, procedieron a retirarle el casco y luego su espada. Si la tocaban y volvía a la vida, tal y como sospechaban, mejor que no tuviera sus armas al alcance.

Y efectivamente, al tocar el brazo de la guerrera, la temperatura de la cámara cambió y unos instantes después la sorprendida mujer abría los ojos. Miró a su alrededor y comenzó a hablar en un dialecto antiguo del flaenio. Por suerte Juku era capaz de entender la mayoría de las palabras, así que pudo comunicarse con ella y traducir a sus compañeros.


La guerrera resultó ser Epicastre, capitana de la guardia durante los últimos días del reinado del rey Agamón, primero de los Thracios en gobernar sobre Rappan Athuk y los Ur-flaenios conquistados. Agamón era seguidor de la vieja fe (culto druídrico al panteón de Beory), pero había permitido que se conservaran ciertos ritos a Tánatos como forma de apaciguar y asimilar a los ur-flaenios. Su hijo Agamenón le sucedería, adoptando a Tánatos como la deidad principal y trayendo a la ciudad ingentes cantidades de humanices (goblins, gnolls, minotauros, etc.) para que sirvieran como esclavos y divertimento.

Los fieles a los viejos ideales vieron en Epicastre una figura a la que seguir, la líder de una posible revuelta. Pero Agamenón no lo permitiría. Primero la destituyó de su puesto y luego urdió un plan para acabar con su vida. Sus seguidores más cercanos, alertados de la conjura, la convencieron para ocultarla en una cámara secreta de la ciudad, en estado vegetativo a la espera del momento oportuno. Mientras, lanzaron varios rumores de que Epicastre había abandonado la ciudad pero de que volvería en el momento adecuado.

Sin embargo Epicastre no sabía por qué no la habían despertado y pidió información a los aventureros. Tras varios días en la ciudad, y tras todo lo visto, no tardaron en sumar dos y dos para poder completar la historia. Sin duda la revuelta humanoide a cargo del autoproclamado rey minotauro debió pillar a los tracios de ambos bandos por sorpresa, y con la batalla perdida, el secreto de Epicastre se perdió. No solo eso. Los aventureros se convencieron de que el espectro contra el que lucharon unos días antes debía ser el propio Agamenón, cuya corona partida en dos trozos aún llevaba Juku escondida en su mochila. Y los humanos que aún quedaba en el complejo debían ser los descendientes de los tracios.

Tras todos estos descubrimientos, el grupo al completo se puso en marcha hacia su guarida en el piso superior. No tardaron en ser interceptados en la gran cámara del templo por un grupo de guerreros humanos liderados por un sacerdote de Tánatos. Galiard y el resto ya se estaban preparando para el combate cuando Epicastre dio un paso al frente y comenzó a hablar con el sacerdote. La leyenda de la capitana había perdurado en las tradiciones de su pueblo, y junto al hecho de que los humanoides habían sido casi expulsados de los niveles superiores (gracias en gran medida a las acciones de los Vengadores de Boccob), les convenció de que estaban ante el cumplimiento de la vieja profecía.

Así fue como nuestros aventureros lograron que les escoltaran y les permitieran descansar sin ser molestados en las cámaras del nivel superior. Gracias a Epicastre podrían abandonar la ciudad con todos los tesoros encontrados salvo la armadura de Agamenón.

Al día siguiente se despidieron de su nueva amiga, que tenía por delante una tarea ardua: lograr poco a poco que los tracios abandonaran a Tánatos en favor de la vieja fe, y seguir luchando contra el rey minotauro que seguía controlando los niveles más profundos de la ciudad (niveles nunca explorados por nuestros aventureros).

Medio día después se encontraban con un sorprendido barquero (que nunca pensó que los aventureros volverían con vida) y tomaban dirección a Lagodiamante. Pero su mirada estaba puesta en la ciudad libre de Falcongrís, con sus bibliotecas, anticuarios y casas de cambio. Y desde allí quizás se dirigirían hacia el oeste, hacia ese templo mencionado por la esfinge donde podría encontrarse el ojo de Vecna...