jueves, 6 de febrero de 2020

Los Vengadores de Boccob 26

Tras llegar a la ciudad libre de Falcongrís, nuestros aventureros no han estado ociosos. Siguen con su plan de conseguir alguna ayuda mágica antes de continuar su viaje hacía Verbobonc, veamos si ya han conseguido algo.

Nuevos amigos


A la mañana siguiente el grupo se separó para poder abarcar lo máximo en el menor tiempo posible. Sólo llevaban dos días en la ciudad y no hacían más que toparse con más y más oportunidades de aventura. No había duda de que era cierto: Falcongrís era una ciudad llena de oportunidades para un grupo de aventureros como el suyo.



Markus se dirigió al gremio de joyeros, a una reunión con su mentor Brando Granan. Allí le pusieron al corriente sobre la misión ofrecida: desarticular la banda de asaltantes que estaban operando en la zona. Por ello ofrecían una recompensa de 2.000 monedas de oro. Lamentablemente no disponían de mucha más información, los bandidos habían actuado de forma muy inteligente hasta el momento, emboscando a sus presas y desapareciendo sin dejar apenas rastro. Aunque por el radio de acción todo parecía indicar que debían tener su base en algún punto cercano de las Colinas de los Túmulos. Además por su forma de actuar y por las noticias llegadas desde Lagodiamante, el cabecilla debía ser ese tal Talhar.

Por su parte, el resto del grupo acudió a su cita con la maga Jallarzi y su maestro Otiluke. Durante la conversación, Heahmund tuvo algún que otro roce dialéctico con la maga, pero no llegó a mayores y los Vengadores de Boccob se comprometieron a investigar el origen de la niebla verde que cubría las ruinas del castillo de Falcongrís. De las dos posibles opciones sugeridas por los magos, ir directamente a las ruinas o investigar la mansión donde Zagig vivió antes de construir su castillo, el grupo se decidió por la segunda. Si la niebla era el resultado de alguna protección mágica, quizás la mansión aún guardase alguna información valiosa sobre ella. A cambio, los Magi les ofrecieron como recompensa una anillo de protección, una armadura de mallas liviana como el cuero, un cinturón de fuerza enana y un medallón de levitación. Regatearon y consiguieron además dos pócimas de curación por adelantado. 

Terminadas sus reuniones, el grupo volvió a reunirse en el Dragón Verde donde compartieron la información. Decididos a partir al día siguiente hacía la mansión de Zagig, dedicaron el resto de la tarde a comprar equipo.

Ya de vuelta en la posada, un bárbaro del Desierto Deslumbrante increpó a Juku hasta que consiguió que aceptase una absurda apuesta de lanzamiento de hachas. Juku perdió la contienda (y 50 monedas de oro en el proceso), pero se batió con suficiente pericia como para que los bárbaros le dijesen que sería bienvenido si alguna vez visitaba sus tierras. Menos mal que no se dieron cuenta de que tras perder la última tirada, Juku tuvo un arranque de ira y estuvo apunto de atacar al bárbaro. Por suerte Heahmund actuó rápidamente deteniendo la mano de Juku y susurrándole algo al oído. Lo que fuera que le dijo quedó entre ellos dos, pero fue suficiente para aplacar la ira Juku y que el incidente no fuera a más.

A la mañana siguiente nuestros aventureros abandonaron la ciudad y, siguiendo las indicaciones dadas por los magos, llegaron hasta las colinas y encontraron el viejo camino a la mansión. Una horas después descendían hacía un pequeño valle que contenía una construcción de dos plantas y algunos edificios auxiliares...