domingo, 28 de febrero de 2021

Los Valientes de Volkas 65

En nuestra última sesión, dejamos a los Valientes de Volkas tras su enfrentamiento con varios demonios. Su situación en Erelhei-Cinlu empieza a complicarse, resultado de llamar la atención de ciertos personajes de mal vivir.

Un paseo por el campo

La conversación con el ilícido había sido muy provechosa. No tanto en lo económico donde no pudieron rascar más de las 2.000 monedas prometidas, como por la información sobre la seguidora de Graz'zt y cierta tablilla suelia que obraba en su poder. Además Oolachrithon sí podía traducir lo escrito en el pergamino flaenio, y Volkas no perdió la oportunidad de tomar buena nota del contenido.

De esta forma escucharon de viva voz la leyenda del encarcelamiento del Dios Elemental Ancestral a manos de Beory, furiosa tras descubrir que varios de sus seguidores habían caído en sus redes. Utilizando su gran poder, petrificó al terrible dios y lo redujo a pedazos, aunque parece que el proceso encerró parte de la esencia del dios en los fragmentos que Beory diseminó por toda Oerth. Si la leyenda era cierta, la tablilla suelia contenía información sobre la verdadera naturaleza de la cárcel de Dios Elemental Ancestral, lo que era sin duda un gran regalo que ofrecer a Eclavdra. Tal vez era un buen momento para salir de la ciudad y estudiar la hacienda de los Eiservs. Oolachrithon se ofreció a proporcionarles unos medallones para identificar al grupo como seguidores de Lolth. A fin de cuentas, él era el primer interesado en que nuestros aventureros pudieran observar un rito del Dios Elemental Ancestral.

De vuelta a la posada, Mylon trató de identificar en qué gueto de la ciudad podría encontrarse Jirmelle, obteniendo solo una vaga idea de que se encontraba al noroeste de su posada. No parecía que de ahí se pudiera rascar mucho, y aunque el grupo sopesó utilizar los servicios de Slug, pensaron que era demasiado peligroso. A cambio, sí que hablaron con el pequeño goblin esclavo para que los condujera hasta la salida norte.

Slug el simpático, gran guía de Erelhei-Cinlu

El camino fue algo más accidentado de los esperado, pues al pasar por una gran plaza llena de oradores y predicadores de todos los pelajes, un extraño elfo drow apuntó en su dirección y clamó porque ayudasen a su señora Lolth, que según él, hablaba por su boca:

    ... Y ¡ay de vosotros, aire y tierra y fuego y agua, si no veis las señales de las llaves! Joyas y no joyas. ¡Uno y tres y ocho y cuatro! ¡Recordad esos números y sabed lo que buscáis! ¡Una vez que estos se unan un antiguo enemigo quedará libre y todos sufriremos! O quedará atrapado para siempre. ¡Pero cuidado, no sea que nuestra madre de ocho patas quede atrapada también! ¡Tened mucho cuidado!

No pudieron oír mucho más, pues un grupo de guardias entró en tropel en la plaza con la clara intención de dispersar a los presentes y de apresar al orador. Nuestros aventureros también pusieron pies en polvorosa, mientras Slug les contaba que el orador en cuestión respondía al nombre de "Dido" y que era bien conocido en la ciudad por ser un alborotador de cuidado. Tanto la hermandad de guardias de los Principies Demonio como la hermandad de las Seguidoras de Lolth buscaban ponerle las manos encima por la herejía que representaba en la sociedad matriarcal drow que Lolth hablara por boca de un elfo masculino.

Poco más pudieron "disfrutar" de la compañía del goblin, pues no le estaba permitido (ni tenía intención) de abandonar la ciudad. Los medallones parecieron cumplir su función y el grupo no fue molestado al cruzar la gran puerta norte. Así llegaron hasta una zona elevada de la gran bóveda drow que contenía ocho haciendas de diferentes tamaños. Obviamente cada una debía corresponder con una de las ocho grandes casas nobles del lugar. En una encrucijada del camino, había varias señales con runas que terminaron por confirmar sus suposiciones, ya que las runas Eiserv y Despana lucían entre otras seis.

Para no levantar sospechas, los Valientes de Volkas se escondieron entre las ruinas de una hacienda abandonada, quizás una novena casa noble caída en desgracia. Desde allí partieron invisibles hasta llegar a la hacienda de Eclavdra. Una muralla de cuatro metros se interponía entre ellos y la casa principal. Aún estaban decidiendo que hacer cuando vieron una pequeña comitiva encabezada por Jirmelle que llegaba hasta la puerta principal cargando con la famosa tablilla. Todo se precipitaba...

Los Valientes de Volkas asomándose a través de la muralla.



domingo, 21 de febrero de 2021

Los Valientes de Volkas 64

Nuestros aventureros continúan discurriendo por las peligrosas calles de Erelhei-Cinlu, la temible ciudad Drow. Tras encontrar una especie de refugio en la posada del Hongo Coronado y una especie de patrón, toca seguir con las pesquisas para dar con Eclavdra.

Las fauces del infierno

Con una nueva razón para visitar a Plemberg el marchante, los Valientes de Volkas volvieron a requerir los servicios de Slug, aunque Volkas iba poco a poco familiarizándose con aquellas endemoniadas calles. El marchante no tuvo ningún problema en recibirles y confirmar que efectivamente estaba en posesión del pergamino, si bien sus planes pasaban por subastarlo al día siguiente en una posada cercana. Por tanto Plemberg los invitó a asistir a dicha subasta y a pujar por el pergamino si de verdad querían hacerse con él.

Visto que no parecía haber otra opción, nuestros aventureros visitaron la posada de la subasta para comprobar cuantas salidas tenía, posibles rutas de escape y en general reconocer el terreno. Ya de vuelta en su propia posada, se permitieron relajarse un poco mientras cenaban. Mantuvieron los oídos bien abiertos, y así pudieron averiguar que el grupo de humanos con los que compartían hospedaje  estaban allí buscando a alguien y pensaban abandonar la ciudad si no lo encontraban en los próximos dos días.

A la mañana siguiente acudieron a su cita con algo de tiempo, otra vez con la intención de escudriñar el lugar y evitar cualquier encerrona que pudieran estar preparándoles. En el interior se toparon con un par más de grupos interesados en la mercancía: un elfo drow acompañado de algunos sirvientes y una humana clérigo también acompañada por un pequeño séquito.

El elfo drow quedó apeado de la subasta pronto, dejando el asunto en manos de nuestros aventureros y de la extraña clérigo. El precio subió rápidamente para regocijo de Plemberg, llegando a superar las 2.000 monedas de oro. Al final, y para consternación de la clérigo, fueron los Valientes de Volkas los que se hicieron con el botín. La humana se acercó entonces al grupo y se presentó como Jirmelle. Trató de iniciar una conversación pero Volkas no quería revelar ningún dato por error, y viendo que en aquella ciudad la amabilidad no tenía lugar, despachó a la clérigo con aspereza.

Conscientes de que ahora podían ser el blanco de un nuevo enemigo, nuestros aventureros volvieron a la posada más atentos que nunca ante cualquier mirada indiscreta. Solo cuando estuvieron todos en el interior de una de sus habitaciones, procedieron a estudiar el pergamino. Lamentablemente estaba escrito en alguna especie de flaenio antiguo, que hasta ahora los sabios siempre habían defendido que carecía de escritura. Volkas procedió a copiarlo lo más fielmente posible con la idea de visitar a su patrón, entregarle el original y comprobar si él era capaz leer el contenido. El grupo se movió con presteza, pues desde el encuentro con Jirmelle, un sexto sentido les advertía de que tarde o temprano iban a encontrarse con problemas. Y tocaba temprano.

Iban ya de camino a casa del ilícido cuando la calle quedó desierta. No hacía falta más para que los Valientes de Volkas se pusieran en guardia. Cuatro horribles criaturas aparecieron entonces cerrándoles el paso tanto por delante como por detrás. Eran claramente demonios amorfos y cambiantes, que mostraban su horrible condición con mutaciones espontáneas que aparecían y desaparecían ante los ojos de nuestros aventureros.

Por suerte para el grupo Mylon contaba con su terrible conjuro de Destierro, que mandó pronto a una criatura con torso de mujer y cola de serpiente de vuelta a su plano. Sin embargo la jugada no les salió del todo bien al equivocar el blanco. Un enorme demonio con cabeza de jabalí demostró ser muchísimo más peligroso. Volkas invocó entonces una cúpula mágica que lo dejó fuera. La estrategia demostró ser todo un acierto. El grupo pudo encargarse de los otros dos demonios que habían quedado encerrados con ellos mientras guardaban el poder mágico de Mylon para un último Destierro. Pelor se mantuvo al lado de nuestros aventureros y la criatura se desvaneció, camino de su plano demoniaco entre gritos de frustración y rabia. Poco después la vida volvía a las calles cercanas como si nada hubiera pasado.

Sin más sorpresas llegaron hasta el estudio de Oolachrithon quien procedió a pagar las 2.000 monedas de oro acordadas. Además averiguaron que estaba al tanto de quien era Jirmelle, nada más y nada menos que una clérigo del príncipe demonio Graz'zt. Por lo visto había llegado a la ciudad para entrevistarse con Eclavdra, a quien probablemente deseaba entregarle el pergamino como presente. No solo eso, por lo visto había viajado hasta allí con otro regalo, una tablilla suelia con información sobre la prisión del Dios Elemental Ancestral...

Los Valientes de Volkas conversan con Oolachrithon


 


domingo, 7 de febrero de 2021

Los Valientes de Volkas 63

Los Valientes de Volkas se aproximan poco a poco hacía su objetivo. Tras días viajando por la infraoscuridad y tras obtener información muy útil en la gran bóveda de los drow, llega el momento de introducirse en las calles de la decadente ciudad de Erelhei-Cinlu.

No es ciudad para extranjeros

El grupo se aproximó con cautela hacia la gran puerta de la muralla. Obviamente el emplazamiento estaba bien vigilado por soldados drow, pero estos no parecían prestar demasiada atención a los viajeros, siempre que estos vistieran la omnipresente capa negra.

Una oleada de esclavos los recibió nada más atravesar las puertas. Orcos, goblins, semi-drow y muchas otras especies anunciaban a gritos locales comerciales, posadas y otros lugares mucho más oscuros e inquietantes. De todos ellos el grupo se quedó con el nombre de la posada del Hongo Coronado, en el gueto de los extranjeros, y con la tienda de Plemberg el marchante. El grupo había decidido hacerse pasar por mercenarios a la búsqueda de trabajo y de objetos mágicos que comprar. Los dos emplazamientos les servirían bien para apoyar la coartada.

Plemberg el marchante

En compañía del goblin Slug, vocero del Hongo Coronado, se internaron por una suerte de calles de geometría imposible, mientras enormes arañas paseaban sobre sus cabezas, tejiendo densas telarañas entre los capiteles de la ciudad. Resultaba casi imposible orientarse en aquel maldito lugar. Además de que los múltiples signos de violencia que vieron durante su camino les persuadieron de intentar explorar el lugar por su cuenta.

El Hongo Coronado estaba a cargo de Meloria "la capitana". Y no era ni mucho menos la peor posada de la que habían disfrutado nuestros aventureros. Otra cosa era el resto de huéspedes, con los que estaba claro que sería mejor interactuar lo mínimo posible. Pero como necesitaban algo de información, trataron de interrogar sutilmente a Janie, una semi-drow que trabajaba en el establecimiento sirviendo las mesas. Delar incluso se lanzó a probar el famoso "Beso de Lolth". Un vino fuerte conocido por contener una pequeña araña venenosa que al comerse, podía atraer la bendición de la diosa-demonio... o su maldición. En el caso de Delar parece que fue lo primero.

Para llegar hasta la tienda de Plemberg, lo mejor parecía ser utilizar otra vez los servicios de Slug. El goblin demostró ser un conversador más vivaz que la moza de la posada, sobretodo si se le soltaba la lengua a base de buen oro.  Así nuestros aventureros averiguaron que Erelhei-Cinlu se vertebraba a base de guetos: el de los forasteros, el de los muertos, el de los marchantes, el de los sabios, el de los artistas, etc. A cuál menos recomendable. La ciudad parecía ser un pozo donde moraban las clases más bajas de la sociedad drow, y donde se dirimían los pulsos por el poder entre las casas nobles o los clanes comerciales, ocultos por las múltiples sombras de sus calles bañadas de sangre.

Plemberg resultó ser un enano duérgar. Otra criatura de la infraoscuridad que los habitantes de la superficie solo conocían por leyendas y canciones antiguas. No parecía que el marchante dispusiera de una gran muestra de mercancía, más bien al contrario. Por lo visto resultó ser un comerciante de objetos peculiares y especiales. Jactándose de comprar sin hacer preguntas y de vender solo lo más exquisito.

Sin lograr nada tangible de su visita al marchante, el grupo continuó sondeando a su guía mientras volvían a la posada. Para continuar con su coartada, Mylon deslizó que podían estar interesados en encontrar algún trabajo en la ciudad y que el goblin podía llevarse alguna moneda más si les ayudaba a encontrar algo.

Dicho y hecho, a última hora de la tarde, un tambaleante humano de mirada perdida hacía presencia en la posada buscando al grupo. Su señor, un tal Oolachrithon, estaba interesado en entrevistarse con ellos, ya fuera en la propia posada o en su estudio. Deseando evitar las miradas indiscretas del resto de huéspedes de la posada, el grupo se dejó guiar hasta el gueto de los sabios. Allí les recibió una de aquellas criaturas humanoides de cabeza tentaculada. Aprenderían durante la conversación que se hacían llamar ilícidos. El sabio en cuestión buscaba un grupo de aventureros recién llegados para acometer dos misiones distintas. Por un lado explicó que las casa nobles se habían dividido en dos facciones por culpa de Eclavdra, la matriarca del clan Eilserv, que había dado la espalda a Lolth para comenzar a adorar a Dios Elemental Ancestral. Oolachrithon estaba muy interesado por conocer los ritos de adoración a este nuevo dios, pues se conocía muy poco, y estaba dispuesto a pagar bien a cambio de un detallado informe que bien pudiera elaborar un grupo de espías eficiente.

Por otro lado, sabía que Plemberg se había hecho con un pergamino que recogía el mito creacional del Dios Elemental Ancestral. Un pergamino que debería haber recibido el sabio, pero que obviamente se había "extraviado" por el camino. Oolachrithon  estaba dispuesto a pagar 2000 monedas de oro por el pergamino, se consiguiese como se consiguiese. Por alguna razón que no desveló, no podía o no quería tratar de comprárselo directamente al marchante.

Para los Valientes de Volkas las dos misiones resultaban muy atractivas, ya que probablemente arrojaran por sí mismas nuevas pistas para lograr sus propios objetivos. Y ya que además les proporcionaba una buena excusa para permanecer en la ciudad, decidieron aceptar los encargos...



sábado, 6 de febrero de 2021

Aventureros de la Marca 11

Los Herederos de Uztum viajan hacía el oeste, hacía Orlán, siguiendo el encargo hecho por el duque Valarión Ostario.

Un tranquilo pueblo de la frontera

Siguiendo el gran camino comercial de la Manticora, nuestros aventureros llegaron a Orlán al cabo de dos días. Tal y como les había contado Valarión, Orlán era una pequeña villa de la frontera, con apenas una veintena de casas y granjas, y un gran templo de piedra sobre una colina. Las tribus de los centauros se tomaban muy en serio la defensa de su territorio ancestral, como bien habían descubierto las tropas invasoras de Reino Bosque algo más de un siglo antes. Pero por alguna razón, los centauros permitían la existencia de aquel pequeño emplazamiento.

El plan estaba claro. Lo primero era entrevistarse con Zakarias, el magistrado de Orlán, para averiguar que ayuda necesitaba. Sin embargo, nada más adentrarse en la villa fueron asaltados por una de las lugareñas, una mujer mayor que desde el porche de su granja se interesó por los extraños. Por lo visto no eran muchos los que visitaban la villa últimamente. Incluso los invitó a un poco de vino. Nuestros aventureros esquivaron como pudieron las incisivas preguntas de la mujer, aunque alguna cosa se les escapó. A cambio averiguaron que había al menos una posada en la villa: el Grano Dorado.

Villa de Orlán

De camino hablaron con el carpintero, que también se interesó por las razones de los aventureros. Al final, nuestro grupo algo escamado, logró dar con la residencia de Zakarias. Tras identificarse como enviados de Valarión, el magistrado les explicó que desde hacía un año más o menos, algunas familias desaparecían de la villa para volver al cabo de unos días o en algunos casos no volver nunca. Pudiera ser que simplemente hubieran abandonado la villa sin más, pero el goteo constante y las circunstancias de las desapariciones habían puesto en alerta al magistrado. Era cierto que Orlán estaba muy cerca del territorio trasgo, y aunque algunas desapariciones pudieran explicarse por ataques furtivos de esas criaturas, se habían producido desapariciones incluso dentro de la propia villa. De hecho una de las posadas del pueblo, la Taza Humeante, permanecía como un testimonio mudo de las extrañas desapariciones.

Zakarias, magistrado de Orlán

Prometiendo que investigarían el asunto, nuestros aventureros se despidieron del magistrado y reservaron habitaciones en el Grano Dorado. El alguacil, que rondaba cerca, también se interesó por las actividades del grupo, y les advirtió que no se toleraba pasear por la villa con armas. A los Herederos de Uztum aquello no les hizo gracia, y decidieron enviar a Einar y Tulin a pedir un permiso especial al magistrado. Zakarias no se plegó a las peticiones de los aventureros, pero al menos estos repararon en una miradas indiscretas que los vigilaban desde un cobertizo cercano a la casa del magistrado.

Así conocieron a Lybilian y Doriana, dos elfos antiguos compañeros de aventuras de Zakarias.  También habían acudido a la llamada de ayuda de su antiguo amigo. Por alguna razón no acababan de fiarse del grupo, así que Tulin pensó que sería buena idea que conocieran a Barfin. El plan funcionó, y los elfos revelaron a nuestros aventureros que algún tipo de acondicionamiento mental estaba afectando a varios aldeanos. La famosa posada del Grano Dorado parecía estar relacionada con el problema, igual que el templo de Mikka. Los elfos no tenían todos los detalles y no estaban seguros de quien se podían fiar, aunque parecía que la otra posada del pueblo, la Serpiente Perezosa, era un sitio relativamente seguro. También había un eremita que vivía en una arboleda cercana que igual sabía algo más. También sabían que uno de los primeros objetivos en el pueblo fue la Taza Humeante, aunque algo debió de salir mal. En cualquier caso los elfos no se moverían mucho de aquel cobertizo, tenían miedo de que los causantes de aquello terminaran por ir a por Zakarias.

Los Herederos de Uztum decidieron inmediatamente cambiar de posada. Sin duda en Orlán estaba pasando algo muy preocupante y tendrían que pensar su próximo movimiento con cuidado...