En nuestra última sesión, dejamos a nuestro aguerrido grupo de aventureros descansando en la sala del primer nivel que tantas vences les ha procurado refugio. Veamos si ese descanso les permitió recuperar las fuerzas necesarias para su siguiente objetivo, volver a por el pequeño grupo de saurios que les hizo huir en un primer encuentro.
Venganza
Aquella sala había demostrado ser un lugar seguro una vez más. Con las fuerzas recobradas, creció la determinación del grupo por volver a enfrentarse al chamán saurio y sus seguidores, que habitaban ahora en el segundo nivel, probablemente justo debajo de su posición actual. Algo debían proteger, y los Valientes de Boccob no abandonarían Rappan Athuk sin saber que era.
El grupo avanzó en silencio y extremando las precauciones, pero aún necesitaban ver, así que el uso del conjuro Fulgor siguió siendo necesario. Sabian que ayudaba a sus enemigos a localizarlos con facilidad, pero no tenían otra alternativa.
Llegaron hasta la gran sala que antecedía al templo, donde las ratas correteaban entre las ruinas, y una vez más fueron sorprendidos por una lluvia de jabalinas procedentes de las sombras. El grupo recibió algunas heridas, pero nada de importancia. Entonces Galiard utilizó su Fulgor para, lanzando una roca, iluminar la zona de las escaleras que había delante de ellos. La maniobra funcionó a la perfección y dejó a la vista a los saurios. Algo más llamó la atención de Galiard, que observó un fogonazo de luz mágica en la retaguardia de los saurios, bastante lejos de su posición actual.
Con su atención puesta una vez más en sus enemigos, Galiard concentró sus poderes mágicos y comenzó a darles forma. Enseñaría a esos lagartos su nuevo dominio del fuego. Una terrible Bola de fuego cruzó la estancia y estalló ante sus sorprendidos enemigos. La mayoría sucumbió al ataque, y los que sobrevivieron no pudieron hacer frente a la embestida de Juku, Markus y Heahmund.
Los ecos de la batalla se apagaban cuando Galiard volvió a ver ese extraño fogonazo de luz. Un mal presentimiento le atenazó el corazón. Un presentimiento que se tornó en terrible certeza cuando el grupo vio avanzar a un terrible minotauro seguido de dos gnolls. ¿Podía ser acaso el mismo minotauro que ya abatieran hace días? El pelaje y la armadura parecían indicar lo contrario. En cualquier caso no había tiempo para detenerse a pensar en ello. Galiard volvió a invocar su magia y una nueva Bola de fuego surgió de sus manos, impactando en la posición de los gnolls, que cayeron calcinados. El minotauro no pareció acusar el fuego, y cargó furioso, comenzando a repartir golpes a diestro y siniestro.
Pero los Vengadores de Boccob ya no eran esos aventureros bisoños que casi sucumbieron en su primer enfrentamiento con un minotauro. Habían aprendido muchas cosas desde aquel enfrentamiento, y sin ayuda de otras criaturas, su enemigo terminó por sucumbir ante sus armas. Eso no quiere decir que el enfrentamiento fuera fácil. Juku sufrió terribles heridas, y Heamund cayó inconsciente, aunque la verdad es que ninguno de ellos escapó sin sufrir las atenciones del minotauro. Y aunque podrían haberse retirado, decidieron continuar con su exploración ahora que el lugar parecía limpio de enemigos.
Al primer sitio donde se dirigieron fue al cercano templo. La estatua exterior de Beory que una vez restauró sus heridas ahora parecía no contener magia alguna. Revisaron entonces el interior del templo (dañado por las bolas de fuego de Galiard) y el murete exterior. Así se cercioraron de que no habían más enemigos al acecho. Galiard estaba convencido de que las extrañas luces que vio venían de la zona del templo, así que al final utilizó su identificar magia para descubrir que la gran placa a los pies de la estatua principal emitía magia. No les llevó mucho tiempo convencerse de que debía ser algún tipo de teletransportador. Fuera lo que fuera no lo dejarían volver a actuar. El hacha de Juku se encargó de ello.
Pensando que ahora el lugar quedaría desierto y sin poder recibir refuerzos, se retiraron una vez más a su base en la planta superior, para poder descansar y poder atender a Juku y Heahmund...
Al primer sitio donde se dirigieron fue al cercano templo. La estatua exterior de Beory que una vez restauró sus heridas ahora parecía no contener magia alguna. Revisaron entonces el interior del templo (dañado por las bolas de fuego de Galiard) y el murete exterior. Así se cercioraron de que no habían más enemigos al acecho. Galiard estaba convencido de que las extrañas luces que vio venían de la zona del templo, así que al final utilizó su identificar magia para descubrir que la gran placa a los pies de la estatua principal emitía magia. No les llevó mucho tiempo convencerse de que debía ser algún tipo de teletransportador. Fuera lo que fuera no lo dejarían volver a actuar. El hacha de Juku se encargó de ello.
Pensando que ahora el lugar quedaría desierto y sin poder recibir refuerzos, se retiraron una vez más a su base en la planta superior, para poder descansar y poder atender a Juku y Heahmund...