Nuestros aventureros casi podían acariciar ya la mano de Vecna, la reliquia que les había llevado hasta aquellas catacumbas de pesadilla. Habían superado muchos peligros y se sentían seguros de sus capacidades. Pero el templo aún podía sorprenderles con algunos trucos nuevos.
Espejito, espejito
Tras acompañar a los cautivos hasta la superficie e indicarles como llegar hasta Nulb, el grupo volvió a internase en las cámaras subterráneas del templo. Con una idea más precisa de la disposición de las cámaras del segundo nivel, no les costó acortar hasta volver al lugar del último enfrentamiento. Desde allí se dirigieron al norte, hasta toparse con una extraña cámara de luz blanca y aroma relajante, una especie de oasis de tranquilidad. Un enorme espejo dominaba la habitación, desprovista de cualquier otro mobiliario. Al entrar en la misma, dos seres alados se mostraron a través del espejo. Dijeron ser seres celestiales a cargo de la única sala consagrada al bien y a la ley, un vestigio dejado por las tropas que asaltaron el templo hacia ya diez años. Los seres celestiales también les contaron que aquella sala solo había sido posible gracias a la redención de Iuz, conocido por todos como un dios malévolo, que en última instancia había visto la verdad suprema y se había convertido al bien. Este último detalle dejó algo mosca a nuestro clérigo de san Curthbert, que prefirió continuar con la exploración y abandonar la habitación.
Así, los Valientes de Boccob llegaron a una gran sala distribuidora cuyos frescos proclamaban las victorias y terribles sacrificios oficiados en los tiempos de esplendor del culto. Unas escaleras bajaban hasta una gran puerta de bronce, llena de sellos y cadenas. Como habían consumido muchos de sus recursos, abandonaron de momento aquella puerta y continuaron con su recorrido por el segundo nivel. Hacia el oeste, se toparon con una cámara dedicada al elemento del agua. Una fuente, una gran tinaja y una estatua tentaculada gobernaban la sala. Todo aquello exudaba peligro a raudales. Nuestros aventureros necesitaban recuperar fuerzas si querían continuar con la exploración, pues estaba claro que de otra manera cualquier enfrentamiento podía ser fatal.
Tras discutirlo durante unos instantes, volvieron sobre sus pasos, decididos a descansar en la sala consagrada al bien. Como Finan había compartido sus reservas, el grupo se organizó para hacer guardias. Y a fe de san Curhbert que hicieron bien, pues en medio del descanso, aquellas dos figuras celestiales cruzaron el espejo convertidas en unos horribles hombres-lobo.Cogidos por sorpresa, nuestros aventureros se batieron como gatos panza arriba. Por suerte sus armas mágicas les sirvieron bien, pues de no haberlas llevado consigo, sin duda el combate había acabado de otra forma. Lamentablemente no salieron ilesos, pues Markus recibió un par de heridas bastante feas.
Con los ecos del combate apagándose, nuestros aventureros remendaron sus heridas y se dispusieron a continuar descansando. Sin duda necesitarían todas sus fuerzas para prevalecer sobre aquel templo de mal elemental...