Una vez más comenzamos las peripecias de nuestros aventureros en su base de operaciones dentro de Rappan Athuk, la cámara secreta que tantas veces les ha propiciado refugio. Es la segunda vez en dos días que se despiertan sobre el suelo de piedra de esta cámara, ¿les deparará el día de hoy mejor suerte o terminarán otra vez a lamiendose las heridas entre estas cuatro paredes?
Donde ningún hombre llegó antes
Aunque era difícil llevar el paso del tiempo en las profundidades de la tierra, el grupo estaba seguro de que se encontraban en el séptimo día de exploración. Aún tenían tres días más por delante hasta su cita con el barquero. Y no los iban a desperdiciar sin hacer nada. Si de verdad habían acabado con los hombres lagarto en las cercanías del templo, podrían explorar la zona sin problemas, quién sabe si no acabarían por incrementar el tesoro acumulado hasta ahora.
Markus encabezó la marcha abriendo la puerta secreta, pero se quedó petrificado al escuchar un tintineo metálico. Alguien con armadura rondaba cerca de su posición. Con todo el sigilo del que fue capaz volvió a cerrar la entrada. El grupo aguardó un tiempo prudencial y volvió a salir. Por nada del mundo querían dejar al descubierto su refugio. La treta pareció funcionar, ya que la zona volvía a estar en el más absoluto de los silencios.
No tuvieron problemas para alcanzar las escaleras de descenso al segundo nivel, y antes de que se dieran cuenta ya estaban otra vez en la gran cámara del templo. Entonces una lanza arrojada hirió a Markus, mientras cuatro hombres de las cuevas se lanzaban al asalto. El grupo no se había topado antes con guardias de Tánatos en aquella zona de las ruinas, sin duda eran exploradores aprovechando la ausencia de humanoides. Todo parecía indicar que las acciones de los aventureros estaban alterando el equilibrio de poderes del lugar.
Tras la sorpresa y la herida de Markus, los atacantes se las prometían muy felices. Pero Galiard les enseñaría lo equivocados que estaban. El mago entonó unas palabras mágicas y una nueva bola de fuego surcó el aire estallando detrás de los servidores de Tánatos. Ninguno pudo sobreponerse al infierno de llamas que se desató a su alrededor y el ataque terminó tan de repente como había empezado.
Sin más enemigos a la vista, los Vengadores de Boccob revisaron toda la gran cámara para evitar más sorpresas. Todo parecía en orden, así que ya podían dedicarse a explorar las estancias del sur, aunque para su decepción no mostraron contener nada de interés. Solo encontraron basura y objetos mundanos que los humanoides (gnolls, goblins y hombres lagarto) habían dejado tras de sí. Ya estaban pensando en volver sobre sus pasos cuando Markus detectó lo que parecía una puerta secreta. No tardaron en dar con el mecanismo de apertura, y para su satisfacción, una sección de la pared se abrió hacia una escaleras que bajaban. La gruesa capa de polvo en el suelo les indicó que estaban accediendo a una zona que nadie había horadado en muchísimo tiempo.
Con gran precaución el grupo descendió hasta un largo pasillo. El aire era denso y cargado, y la temperatura muy fría. Markus y Juku llegaron hasta el final del pasillo sin encontrar ninguna salida. Algo habían pasado por alto. Heahmund y Galiard, que los esperaban algo más atrás, repararon en una sección de la pared más negra que el resto, como si estuviera cubierta por algún tipo de secreción. Armado con su espada, Heahmund tocó la sustancia solo para ver como un zarcillo viscoso se enredaba en su hoja y avanzaba hasta tocar su brazo. Sintió un gran dolor y chilló para alertar a sus compañeros. Galiard dio un paso hacia atrás e invocó varios proyectiles mágicos. Los impactos hicieron burbujear la superficie de la criatura, mientras el hacha de Juku liberaba emanaciones de un vapor nauseabundo con cada corte. Pronto quedó patente que solo la magia y las armas mágicas podían herir a la criatura. Por suerte nuestros aventureros contaban con ambas cosas, y consiguieron derrotar a la criatura sin que esta produjera ninguna baja.
Detrás encontraron una puerta con un sello que abrieron sin pensárselo dos veces. Así accedieron hasta una cámara olvidada durante años. Sobre un gran altar de mármol vieron la figura de una guerrera perfectamente conservada. No respiraba, pero el grupo estaba seguro de que seguía con vida, de alguna forma perfectamente preservada esperando dios sabe a qué. No serían ellos quienes perturbarían su descanso. Sin embargo, el grupo decidió explorar el lugar con meticulosidad antes de abandonarlo, y su constancia se vio recompensada al encontrar una nueva puerta secreta.
Algún sexto sentido previno a Galiard de que esta puerta era diferente al resto, y tras utilizar su Detectar magia, pudo comprobar que efectivamente alguna guarda permanecía activa. Pero el grupo había llegado muy lejos para rendirse ahora. Galiard recurrió a su poder mágico de nuevo y consiguió disipar aquella magia ancestral. Seguros de que la amenaza mágica había sido neutralizada, los Vengadores de Boccob desbloquearon la puerta y quedaron ante un angosto pasillo que descendía hacía una densa negrura...
¡Cámaras inexploradas! Esto promete...
ResponderEliminarMenuda barbacoa vamos amontar
ResponderEliminarPues sí, esas bolas de fuego os están salvando el culo.
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