domingo, 24 de enero de 2021

Los Valientes de Volkas 61

En nuestra última sesión dejamos a los Valientes de Volkas regresando al templo de los Kuo-toa. Su intención era encontrar otra ruta que los llevara al norte, siguiendo el plano que les entregó Mordenkainen. Tras varios días recorriendo la infraoscuridad, se habían enfrentado a muchos peligros, pero aún no habían averiguado nada nuevo sobre la implicación de los drow en los ataques de los gigantes o de quién era Eclavdra.

Un paraíso bajo tierra

Auspiciados por la invisibilidad, el grupo se movió rápido y en silencio por las calles de aquel horrendo templo. Los esclavos y sus terribles señores seguían con sus quehaceres, ajenos a la incursión de nuestros aventureros. Si habían interpretado bien el mapa, debía haber una salida próxima, así que con suerte no tendrían que adentrarse mucho.

No tardaron en encontrar una gran puerta de doble hoja en el interior de una cámara abierta al exterior. La puerta estaba atrancada por un pistón, con la clara intención de impedir que algo pudiera entrar más que de impedir la salida. El animo de los Valientes de Volkas se enfrío un poco, eso sí, al descubrir que varios guardias bloqueaban su ruta de escape. Seguramente podrían encargarse de ellos, pero corrían el riesgo de ser vistos desde el templo. Si eran descubiertos y se se daba la alarma, no tendrían ninguna posibilidad.

Tras preparar el asalto con minuciosidad, el grupo se lanzó al ataque. Ser Ushan llevaba poco tiempo con aquellos aventureros, pero había encajado a la perfección y el grupo actuó como un solo ser, perfectamente coordinado. Los guardias Kuo-toa no tuvieron ninguna posibilidad, aunque el grupo también contó con algo de suerte, y nadie del exterior se dio cuenta de la trifulca, gracias en gran medida al uso del conjuro Silencio. Apenas unos minutos después de iniciar el ataque, los Valientes de Volkas abandonaban la caverna del templo, engullidos por la oscuridad de aquellos túneles infinitos.

Pero la infraoscuridad, un mundo despiadado gobernado por sus propias reglas, les tenía preparadas más sorpresas. Y así el grupo llegó hasta un claro abierto al exterior, un precioso jardín iluminado por la tenue luz de Luna. En el centro del jardín se erigía una estatua de gran belleza y realismo, mientras el canto de los pájaros despertaba en nuestros aventureros recuerdos de un exterior añorado. Se movieron con cautela, pues habían aprendido muy bien que en la infraoscuridad nada se regala, y rara vez las cosas son lo que parecen.

Fue entonces cuando una voz femenina inundó sus mentes, tentándoles con promesas de placeres inimaginables. Pero nuestros aventureros no eran unos principiantes, y la dureza de las experiencias vividas les había preparado para situaciones como aquella. Con un terrible grito de frustración, la estatua se hizo carne, la de un terrible demonio. Los pájaros se convirtieron en terribles murciélagos, y de estos, uno tomó la forma de un elfo oscuro de prominentes colmillos. ¿Habían regresado a Barovia sin saberlo?

El vampiro se lanzó sobre Mylon, reconociendo al instante el poder que el clérigo podía desatar. Mientras tanto el resto del grupo se las veía con los murciélagos. El clérigo se defendió con valentía, pero solo no tenía ninguna posibilidad contra aquella monstruosidad. Ser Ushan y Delar trataron de auxiliar a su compañero, pero fue inútil.  Tuvieron que ver como Mylon recibía golpe tras golpe hasta caer sin sentido a los pies del vampiro. El monstruo también había recibido terribles heridas, pero estas se cerraban ante los ojos del grupo. Sin embargo, y antes de que pudiera rematar al clérigo, Delar saltó hacia delante y con un terrible tajo casi parte por la mitad a la criatura. Los Valientes de Volkas no necesitaban más. Volkas se arrastró hasta Mylon y le hizo beber una poción de curación, mientras Ser Ushan se liberaba de los últimos murciélagos. La súcubo se lanzó contra Delar, tratando de proteger al vampiro, pero Mylon no iba a desperdiciar aquella segunda oportunidad. Apelando a Pelor, desató una intensa luz solar que iluminó por completo aquel pozo de corrupción, dándole a Ser Ushan la oportunidad de hundir a vengadora en el pecho del vampiro.

Muerte definitiva de Belgos, retratada por Pepito, uno de los asistentes a la partida

El cuerpo del impío ser explotó convertido en una nube de cenizas, mientras la súcubo, descompuesta por la ira, prometía venganza y abandonaba aquel plano. Con los últimos ecos del combate, la ilusión se desvaneció y el jardín desapareció para dar paso a otra caverna más de aquella red de arterias que horadaba el subsuelo de Flaenia. Al menos el grupo podía continuar su camino hacia el norte.

Poco después llegaban a una gran bóveda de altura imposible, coronada por cientos de estructuras cristalinas que iluminaban con luz mortecina una gran ciudad de murallas negras. Los Valientes de Volkas habían llegado a Erelhei-Cinlu, la terrible ciudad de los drow...





No hay comentarios:

Publicar un comentario