En nuestra última sesión, dejamos a nuestro aguerrido grupo de aventureros tras un duro enfrentamiento contra unas criaturas de pesadilla. Sin embargo, aquello no los iba a amedrentar, como veremos a continuación.
Dos tazas de café
Tras hacerse con una de aquellas armas extrañas y conseguir fluidos para poder disparar un par de veces, el grupo puso tierra de por medio, continuando su viaje hacia Dunwich. Les costó un poco, pero volvieron a encontrar un rastro claro de carromato. Siguiéndolo, llegaron hasta una especie de campamento con algunos días de antigüedad. Una estaca ahumada estaba clavada en el suelo, cerca de los restos de una fogata. En el punto en el que dicha estaca se hundía en la tierra aparecían varias vetas negras que se expandían de forma radial como venas sobre una piel muy clara.
Por si aquello fuera poco, un olor a descomposición les llegó de delante del camino. Heather se adelantó siguiendo el olor, solo para encontrarse con una masa amorfa de gran tamaño que salió de la espesura del bosque con el cadáver de un gamo entre sus fauces. Aquel gigante abotargado tenía una cara vagamente humana, si bien, ese era el único rasgo humano identificable. La criatura se abatió sobre el grupo, hiriendo a varios de nuestros aventureros. Sorprendidos por el encuentro, decidieron salir de allí a toda prisa y, para su sorpresa, la criatura no los siguió.
Tras recuperar el aliento, Chogan recordó antiguas leyendas de su tribu que hacían referencia al gran inseminador estelar, cuya prole se podía contener en un lugar gracias a una estaca apropiadamente tratada. ¿Sería eso lo que acababan de encontrarse? ¿Sabía David Lodge que lo perseguían? Tenían que averiguarlo, así que una vez más se lanzaron al combate para terminar con la criatura. La lucha fue feroz y estuvo a punto de terminar muy mal para nuestros aventureros, pero al final, y gracias a la extraña arma arrebatada a los seres de apariencia insectoide, se decantó de su lado. No tardaron en descubrir nuevos horrores, pues cerca de la estaca descubrieron el cuerpo de un negro sacrificado, sin duda uno de los sirvientes de David.
Ya no había duda de que aquel rastro era el correcto, como confirmaron un día después al llegar a un asentamiento. Por precaución, se escondieron y vigilaron el lugar durante varias horas, hasta que, sin identificar ninguna amenaza, se decidieron a visitarlo: habían llegado a Dunwich. Pronto averiguaron que alguien que bien podía ser David Lodge había llegado una semana atrás buscando a un par de extraños hombres que habían vivido en las colinas cercanas durante el último año. Aquella extraña pareja coincidía con la descripción del tío de Heather y el tal Oliver Blackwood. Lamentablemente, los tres habían partido casi de inmediato hacia el sur tras cargar en el carromato una pesada caja.
No había tiempo que perder, así que el grupo siguió esa dirección. Hacia el sur se veían los picos de una sierra, un lugar que muy bien podría albergar la famosa "fortaleza" construida por los Lodge. Un día después llegaban a sus estribaciones, descubriendo cerca de un lago un carromato abandonado junto a la entrada de un denso bosque, un bosque cuyos árboles estaban cubiertos por tiras de seda blanca gruesa, como tela de araña...
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