martes, 15 de enero de 2019

Un nuevo inicio: Rappan Athuk 05

En nuestra última sesión dejamos a los aventureros algo tocados tras enfrentarse a un grupo de estirges. Tocaba descansar y recuperar fuerzas, pero estaban en una caverna que apenas habían explorado y no las tenían todas consigo.

En tierra de nadie


El encuentro con el fantasma del enano había sido una clara advertencia de lo que podía esperar a los incautos que acampasen sin tomar las medidas oportunas. Con esa advertencia en mente, los aventureros decidieron explorar un poco más la caverna antes de descansar.

El río subterráneo partía la gruta en dos, así que nuestros aventureros se dedicaron a recorrer una de las paredes de la caverna. El trabajo se mostró complicado, pues la gruta era más grande de lo que habían imaginado, además de peligroso. En un momento dado una estalactita se soltó y cayó sobre Galiard. El hechicero, que abría la marcha para proporcionar luz con su fulgor, estaba atento y pudo esquivar el golpe. La estalactita resultó ser un perforador, una terrible criatura de las profundidades de la que dieron buena cuenta los aventureros.


Los aventureros avanzaron un poco más, pero la caverna mostraba un techo lleno de estalactitas, y temiendo el ataque de más de esas criaturas, el grupo decidió volver sobre sus pasos y explorar el otro lado del río. En esa orilla encontraron una vieja choza en ruinas, y en su interior, los restos de un grupo de enanos. Sin duda era el lugar donde perecieron los enanos que el fantasma había pedido sepultar adecuadamente. El cansancio iba en aumento, y visto que la única ruta parecía ser a través del techo lleno de estalactitas, el grupo decidió descansar en el cubil de las estirges. Sin apenas luz, las horas pasaron entre extraños ruidos y señales de peligro que no llegaron a materializarse.

Luel procedió a curar a los miembros más heridos del grupo, y con nuevas fuerzas, se dirigieron hacía la zona de las estalactitas. En ella Markus encontró el cuerpo de un saurio con un enorme agujero en el pecho. Un nuevo peforador se lanzó sobre él cuando se acercaba a investigar el cuerpo. Markus esquivó el ataque y el grupo terminó con la nueva amenaza una vez más sin problemas.

Lamentablemente la caverna era incluso más grande de lo que sospechaban, pues giraba hacia el norte adentrándose aún más en la roca. Con mucho cuidado los aventureros dejaron atrás la zona de las estalactitas y llegaron hasta unas grandes puertas de piedra que mostraban grabados con referencias a Tánatos. Las puertas tenían una cerradura y estaban bien cerradas, así que el grupo continuó su camino hacia el norte hasta llegar a un lugar inundado por el río. Por fin habían llegado al final de la caverna. En ese momento, Galiard que se había acercado mucho al curso del río fue atacado por un terrible cieno grís.


La criatura cogió al grupo por sorpresa e hirió de gravedad al mago. Luel lo apartó de la criatura y aprovecharon que se movían más rápido que ella para alejarse en lo posible y hostigarlo con magia y flechas. Una vez más el grupo acabó con la criatura, pero pagaron un buen precio en forma de equipo, poder mágico y heridas. Habían iniciado su cuarto día en el complejo y de seguir así pronto las provisiones se convertirían en un problema...

2 comentarios:

  1. No había visto estas nuevas entradas hasta ahora. Supongo que el grupo no es de nivel 1, porque menuda cantidad de enemigos que están encontrando. A ver si empiezan a tener un poco de suerte, los pobres.

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    1. Pues me temo que sí que son de nivel 1. Aunque con las reglas de Eirendor casi equivale a un personaje de nivel 2 de D&D 5a. Y con respecto a lo último que dice, me temo que no, que la suerte no les ha acompañado mucho (como se verá en el siguiente resumen). ¡Gracias por pasarte y comentar!

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