domingo, 3 de noviembre de 2013

El desafío: ¿Cómo empezaste con los juegos de rol?

El desafío de los 30 días: DIA 1

¿Cómo empezaste con los juegos de rol?


Mi historia no es muy original. Supongo que siempre fui terreno abonado para el tema. Desde los videojuegos como Rastan Saga o Golden Axe, las películas de fantasía como Krull y Conan, los librojuegos de "elige tu propia aventura", o los juegos de mesa míticos como HeroQuest. El final de los 80 fueron muy prolíficos en este sentido.

Supongo que HeroQuest se puede considerar mi verdadero comienzo. Quedé fascinado desde el primer momento con el anuncio, pero mis padres no querían regalármelo por alguna oscura razón que aún hoy no logro comprender. Sin embargo, por un golpe de suerte me encontré una noche al lado de la basura varios componentes del juego. Me temo que algún niño se portó verdaderamente mal y su padre decidió darle una buena lección. El caso es que me hice con unas cuantas miniaturas, tarjetas, muebles y dados, pero no con el tablero, que aquél progenitor hizo trizas. Así que junto con mis amigos de aquel entonces (Paco, Vicente, Antonio y Raúl) nos inventamos las reglas y un tablero. Aún recuerdo algún que otro momento épico de aquellas partidas.

Un poco después un compañero de gimnasio (parece que en los 80 y 90 todos los padres apuntaban a sus hijos a Judo o Karate) nos presentó unos librojuegos algo especiales que requerían usar dados:  "Dungeons & Dragons, Aventura y Juego".  Los devorábamos literalmente. Recuerdo con especial cariño "El Vampiro de Ravenloft" que hizo que desde ese momento los paladines se convirtieran en mi clase preferida.


No necesitábamos mucho más para inventar nuestros propios juegos de "rol" con reglas sacadas de esos librojuegos y con estructuras muy parecidas a juegos de mesa (copiados como no podía ser de otra forma de HeroQuest). Aventuras donde un dragón te esperaba en el interior de una casa, o donde un monstruo mimético aparecía en mitad del bosque con apariencia de cofre del tesoro (¿verdad Vicente?).

No mucho después, el Centro de Información Juvenil de nuestra localidad (CIJ para los amigos) empezó a comprar libros de rol que se podían alquilar cual biblioteca de barrio. La Llamad de Cthulhu, RuneQuest, Strombringer, etc. Recuerdo mirar y remirar las ilustraciones de los monstruos de la Llamada sin entender muy bien de qué iba la cosa. Sin embargo lo mejor fue que el CIJ era frecuentado por muchos otros jugadores de rol, y así pude ver alguna que otra partida "de verdad". Para rematar el asunto, Raúl entró en contacto con nuevos amigos que jugaban regularmente, y yo por la propiedad transitiva, también.

Por el camino habíamos perdido a Paco y Antonio, por contra en aquel otro grupo eran ya demasiados para una única mesa, así que surgieron dos mesas y un grupo de amigos que aún hoy persiste, con sus altas y bajas, pero que ahí sigue. Para rematar el asunto, mis padres me regalaron un juego de rol para las navidades del 92. Raúl había adquirido ese verano Runequest (en la extinta librería Botafocs), así que por no repetir me había pedido un juego que no necesita mucha presentación:



Debía de tener por aquel entonces unos 15 años, y así continúo hasta el día de hoy, enganchado. Después vendrían muchos más juegos, entre los que eventualmente llegaría AD&D, acompañado de Dragonlance y finalmente Ravenloft, pero esa es otra historia. 

2 comentarios:

  1. Tu historia sí la conocía.
    El modo en que nuestras vidas lúdicas confluyeron en la mesa de Jesús, para luego ser extirpados cual plaga bíblica y expulsados del paraíso, ya la contaremos más adelante...

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    1. No mucho más adelante. Me parece que es una historia que me encaja perfectamente en una de las preguntas del reto ...

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